Querida amiga, tus palabras me abrazan el alma. Gracias por tanta belleza, por tu mirada generosa y por recordarme que el amor (ese que no se vende ni se compra) es el mejor bálsamo para los días difíciles.
Sí, ha sido duro, pero también ha sido profundamente humano. Cuidar, sostener, acompañar… todo eso me ha transformado. Y aunque a veces el cuerpo y el ánimo se cansan, mensajes como el tuyo me oxigenan el corazón.
Me quedo con tu invitación a bailar con la soledad, a hacerla aliada y no enemiga. Qué hermoso lo que dices: que incluso cuando el cielo está nublado, el sol puede brillar desde dentro.
Gracias por estar, por leerme, por compartir tu luz. Te mando un abrazo grande, de esos que no necesitan palabras pero que lo dicen todo.