El ejemplo entra por casa

in GEMS3 years ago


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Advertencia: la siguiente publicación contiene palabras no aptas para niños, niñas y/o adolescentes, se recomienda la supervisión de un adulto.

El contenido que leerás a continuación está basado en un hecho real, una experiencia vivida en el día de hoy y que he decidido compartir con el propósito de hacer un llamado a la conciencia y reflexión de padres, madres, representantes y adultos en general, a fin de garantizar el sano crecimiento y formación de nuestros niños.

En la tarde de hoy, salí a visitar a una abuelita que tenía tiempo sin ver y no habían pasado cinco minutos de mi llegada cuando irrumpe la nieta de 5 años diciendo:

Abuela estoy arrecha porque mi mamá me hecho la paja, y mi papá me iba a joder por su culpa.

La abuela apenada conmigo le llama la atención y le pide moderar sus palabras, pero la niña solo replica:

Pero es que estoy arrecha, mi mamá le dijo a mi papá que yo ví al vecino y dije que ese era mi novio, y mi papá se arrecho y me quería joder, como si yo le formó peo a él cuando se ve con las putas.

Yo quedé impactado, la abuela le dió a la niña el regaño de su vida por las palabras que decía y cuando quiso pegarle con el paño de la cocina intervine, no podía permitir que en mi presencia la maltratara. Así que me senté con ambas y comencé una charla con la infante, le pregunté si conoce el significado de la palabra arrecha, y obviamente lo sabía porque me dijo que era estar molesta. Yo le dije que mejor usar la palabra molesta que arrecha, que las niñas deben ser educadas al hablar y que las groserías las hacen lucir feas.

Seguí charlando con ella, le hice entender que a su edad solo debe interesarse en estudiar, que cuando sea mayor de edad ya tendrá tiempo para pensar en tener novio. "Bueno, mi tarea son los novios", esa fue su respuesta a mi comentario, queriéndome decir que sus novios son sus cuadernos. Estaba muy impresionado con su capacidad para hablar y sobre todo, de su desarrollo mental, así que le pregunté de dónde había escuchado tantas groserías, y sin vacilar me dijo que de su mamá, que cuando pelea con su papá le dice "te vas a ver con las putas esas", y otro sin fin de palabras vulgares que no valen la pena destacar en este post.

Lo cierto es que, dada la situación saque a relucir mi experiencia en la docencia y oriente a la niña en cuanto al manejo de su vocabulario. Pero más importante aún, fueron las orientaciones que le dí a la abuela, haciéndole entender que los niños son el reflejo de los adultos con que conviven y que es importante controlar las palabras que se dicen delante de ellos. Nuestra conversación fue larga, al escuchar todo lo que me decía comprendí que el problema viene desde la infancia de la mamá de la niña, traumas que se hacen evidentes en su núcleo familiar, por tanto, opté por recomendarle que lo mejor para la niña es la ayuda de un profesional en orientación familiar.

Al final de la plática, me despido y ella me agradece por el interés mostrado en beneficio de la niña, se compromete hablar con su hija para hacerle entender lo que le he dicho y me pide volver para que la apoye en el proceso. Debo destacar que mientras redactaba este post, recibí una llamada telefónica de parte de la mamá de la niña pidiéndome hablar conmigo, me manifestó que ella ha intentado cambiar en su hija esa forma de expresarse pero no sabe cómo hacerlo. Me comprometí a reunirme con ella y orientarla para que consiga la ayuda profesional necesaria.

Ahora bien, está situación me lleva a reflexionar que la gran mayoría de los adultos son incapaces de ver la importancia y el poder de las palabras, y la repercusión de estás en el desarrollo de nuestros hijos. La cultura en nuestro país (Venezuela) tiene muy arraigado el lenguaje vulgar, las groserías son parte del día a día en la gran mayoría de las familias, pero, según el contexto dónde se usan terminan generando impactos negativos en la formación de los niños. No es lo mismo decirlas en una charla amena o divertida, que soltarlas en una discusión de parejas, aunque lo ideal, es no decirlas delante de los infantes.

No soy psicólogo, mucho menos orientador familiar, pero solo me basta un dedo de frente para saber y entender que soy un ejemplo y modelo para mis hijos, y que ellos son mi propio reflejo, absorberán de mi las enseñanzas, y si estas son negativas, crecerán bajo ese patrón. Debemos recordar que también fuimos niños, y que cuando nos topamos en la vida con personas negativas, de malas costumbres, vulgares, ladrones, asesinos, etc, ellos salieron de un hogar, de una familia que por una razón u otra no supieron guiarlos correctamente. Está en nuestras manos la responsabilidad de brindar a la sociedad, personas de grandes valores y principios morales, o en su defecto, seguir contribuyendo a una sociedad devastada dónde imperan la anarquía y los antivalores.

El futuro de nuestros niños no podemos controlarlo, pero si podemos brindarles las herramientas necesarias para que éste les sea más llevadero, prepararlos para su etapa adulta, y la educación en el hogar es la clave para ello. Seamos un buen ejemplo para nuestros hijos.

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