La vida
y me senté a solas
en un banco del parque
para observar
a las personas
que por allí podían pasar.
Algunas de ellas caminaban muy rápido
y no se les podía detallar,
otras caminaban calmadas
y en sus rostros mostraban toda su calamidad.
Otras por el contrario
se les veía algo extraño
en su caminar,
expresaban el cansancio
y algo de ansiedad
por llegar lo más pronto
a su destino final.
Estaban otras,
que caminaban
tomadas de las manos,
conversaban y se reían
haciendo sus rostros brillar,
estas parecían felices
y me agradaba poderlas mirar.
Al verlas a todas ellas
me puse a meditar,
que la vida no era fácil
pero nos da la oportunidad
de reír cuando hay motivos
y que lo debemos de buscar.
Otra cosa es
que no debemos aceptar,
cuando el mundo
se pone grande
y nos quiere aplastar,
nos derrumba de tal manera
que no queremos continuar.
Aceptemos la vida toda
como un regalo sin igual,
valoremos los
momentos buenos
y aprendamos de aquellos
que nos hacen llorar.