No lo podía creer
acompañada de la soledad,
camina erguida por la calle
pero su tristeza se dejaba ver,
era tan hermosa
y una foto le tomé.
Luego por casualidad
de nuevo me la encontré,
me convertí en su guía,
y sus ojos de cerca pude ver,
le di a escuchar música
y la expresión de su cara grave.
Ella se veía tan fuerte
pero frágil a la vez,
sus manos eran delicadas
y su piel era tan blanca
como la nieve que cae del cielo
y todo hermoso lo hacer ver.
La sentía tan lejana
como si jamás la volvería a ver,
aprovechamos aquella tarde
para comer pan y tomar un café,
luego fuimos a bailar
y de sonrisas la llené.
Ese fue nuestro primer encuentro,
por mi mente pasaba,
¡que dichoso soy de caminar
al lado de esa desconocida mujer!,
que robó todas mis miradas
y mi tiempo le regalé
La sabia naturaleza nos engalanó
con un hermoso atardecer,
que lleno de romanticismo
la mirada de la bella mujer,
yo me sentía tan afortunado,
no lo podía creer.
