Pueden creerlo: pasear por el Centro de Madrid es como introducirse, metafórica y comparativamente hablando, en el universo paradójico que incitó a Carroll a descubrir un mundo fantástico para su pequeña amiga Alicia.
Un mundo donde A (lo Real) adicionado a B (lo Fantástico) dan como resultado C (lo imprevisible), en una ecuación simplonamente simplificada: A + B = C.
Incongruentes y matemáticamente equidistantes, los personajes constituyen, en sí mismos, los alternativos exponentes de una historia elevada a la potencia del qué será, será.
El limpiabotas, es como el Conejo Blanco: su rastro aparece y desaparece tan misteriosamente, que plantea la curiosa paradoja de saber si alguna vez ha existido en realidad.
La oruga permanece indolente viendo el tiempo pasar y dado que no tiene una Amanita Muscaria gigante sobre la que tumbarse plácidamente a fumar su narguile, se apoya sobre una farola, wasapeando febrilmente con su móvil.
La Reina de Corazones ha perdido su trono –aunque no su cabeza, como le ocurrió a María Antonieta- y acompañada de un pequeño terrier explica, a todo aquél que conmiserativamente hace ademán de detenerse a escucharla, que la culpa fue de la Diosa Fortuna, que al hacer girar la Rueda, invirtió la posición y pasó de ser Reina a Mendiga.
Incluso las viejas farolas, como las del Callejón de San Ginés –que por su aspecto, bien pudiera haber inspirado a J.K. Rowlings el Callejón Diagon, de la serie Harry Potter- tienen también su hipotético misterio, pues aun siendo de día y estando las demás apagadas, siempre cabe la posibilidad de encontrar una encendida, que dé, desde luego la nota.
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Indudablemente, algunas ciudades parecen sacadas de las páginas y la imaginación de un escritor que juega a ser Dios. Personajes vagan buscando su parlamento, ensayando a vivir realidades que parecen de ciencia ficción! Y ahí estamos los sensibles, los que observamos, con cámara o lápiz en mano, atrapando esos fugaces destellos sin darnos cuenta, que así como ellos, no sabemos si estamos fuera o dentro del famoso espejo. Bonito día para ti, @juancar347
En realidad, yo siempre he pensado que estamos dentro del espejo y salimos ocasionalmente de él a través del mundo de los sueños. Más o menos como la famosa metáfora de la Caverna, de Platón. En realidad, suele ocurrir que a medida que salgo, viajo o me desenvuelvo con la cámara al hombro, voy fijándome en todos aquellos detalles que captan mi atención y a medida que lo hago, voy meditando historias, episodios, escenarios, cuentos y cualquier cosa que en ese momento me venga a la cabeza. Y realmente, el Centro de Madrid, es un lugar que se presta a multitud de historias, de interpretaciones, de cambalaches (como diríamos por aquí) con mundos imaginarios ya inventados, como el de Carroll, cuya Alicia, en el fondo, es una pura y dura lección de matemáticas aplicadas. Pero siempre lo hago desde el punto de vista del respeto y pensando, que después de todo, nadie está libre de verse en ciertas situaciones, podríamos decir que inconvenientes. Te aseguro, que a veces me gustaría que los políticos, los dirigentes, los amos del mundo dedicaran a echar un vistazo a todo lo que en conjunto decimos, pensamos y escribimos. Tal vez no cambiara nada, pero...En fin, como se suele decir también: quien no tiene vergüenza, difícil será que la pierda. Claro, que si alguno de éstos la encontrara...Un abrazo