
After so many years, we returned. Not as soldiers, but as brothers. Lifelong friends, war veterans, united by history and memory. The Falkland Islands welcomed us with their gray sky and eternal wind, witnesses to the past we shared.
Next to a rusty cannon that still stands, we pause. The marks of time have not erased what we experienced. Each of us remembers that year, 1982, when we were young and facing the unknown. Today, standing again on this land, we feel pride, respect, and above all, peace.

Contemplating the sea in silence. The same sea that then separated us from home now connects us to our roots. The breeze hits our faces, but it is different: it no longer brings fear, but reflection. The sunset envelops us with its golden light, like an embrace of time gone by.
We explored the island's rocky landscapes, where nature remains untouched and imposing. Here, every stone seems to have a story to tell. We didn't come looking for answers, but to leave a tribute with every step.
This trip wasn't just a geographical journey; it was a journey to the heart. We are grateful to those who accompanied us and those who waited for us. Because the Malvinas Islands don't just live in our memories; they also live in us.
The Malvinas Islands were, are, and will always be Argentine!




Después de tantos años, volvimos. No como soldados, sino como hermanos. Amigos de toda la vida, veteranos de guerra, unidos por la historia y el recuerdo. Las Islas Malvinas nos recibieron con su cielo gris y su viento eterno, testigos del pasado que compartimos.
Junto a un cañón oxidado que aún se mantiene en pie, nos detenemos. Las marcas del tiempo no han borrado lo vivido. Cada uno de nosotros recuerda aquel 1982, cuando éramos jóvenes y enfrentábamos lo desconocido. Hoy, de pie nuevamente en este suelo, sentimos orgullo, respeto y sobre todo, paz.

Contemplando el mar en silencio. El mismo mar que entonces nos separaba de casa, hoy nos conecta con nuestras raíces. La brisa golpea el rostro, pero es distinta: ya no trae miedo, sino reflexión. El atardecer nos envuelve con su luz dorada, como un abrazo del tiempo que pasó.
Exploramos los paisajes rocosos de la isla, donde la naturaleza sigue intacta, imponente. Aquí cada piedra parece tener una historia que contar. No venimos a buscar respuestas, sino a dejar un homenaje en cada paso.
Este viaje no fue solo una travesía geográfica, fue un viaje al corazón. Agradecemos a quienes nos acompañaron y a quienes nos esperaron. Porque Malvinas no solo vive en la memoria, también vive en nosotros.

¡Las Malvinas fueron, son y serán argentinas!
Gracias por estás imágenes, Malvinas es uno de los sitios que me encantaría tener la oportunidad de conocer!
Buen día. Si, es un lugar maravilloso, lleno de mucha historia y muchos sentimientos encontrados.
Puedo imaginar cuánto, para mí quizás no guarde recuerdos, ni sentimientos. Pero estoy seguro que aún así será un lugar maravilloso, si alguna vez logro visitarlo.