En un pequeño salón de baile, las personas acudían cada tarde para liberar el estrés y las preocupaciones cotidianas bailando el baile famoso del "Bote". El salón era un espacio acogedor y luminoso, con espejos que cubrían las paredes para que los alumnos pudieran verse mientras bailaban. El suelo era de madera pulida, perfecto para deslizarse sin problemas en cada movimiento.
La instructora principal era una joven y enérgica chica llamada Johana, quien siempre estaba dispuesta a enseñar y guiar a los alumnos de su clase en este baile muy divertido. Johana tenía una piel oscura hermosa y cabello rizado brillante. Ella irradiaba tanta energía y pasión que sus alumnos no faltaban ni un solo día a sus clases. Esta vez y como todos los días de la semana, justo a las cuatro de la tarde, se preparaba para dar comienzo a su clase.
Reunió a todos los alumnos que comenzaban por primera vez en el salón, y les explicó el propósito especial del "Bote": botar todo lo que les molestaba o estresaba. Les dijo que, al ritmo de la música, iban a sacudir todas esas preocupaciones y llenarse de energía positiva.
—¿Alguien quiere compartir algo que desee dejar atrás hoy?— preguntó Johana, dirigiéndose a sus alumnos regulares.
—Yo, Johana—dijo Lucía, una alumna que llevaba en la clase más de un año- Tuve un día agotador en el trabajo y necesito liberarme- manifestó, con expresión determinada y emocionada, mientras recogía su cabello largo oscuro en una coleta.
—Perfecto, Lucía—dijo Johana. Hoy vamos a sacudirnos y llenarnos de energía positiva. ¡A bailar!
La música empezó a sonar: una mezcla de melodía campesina, reggaetón y salsa se escuchó por todo el salón. Johana comenzó a moverse con gracia y alegría. Los alumnos siguieron sus pasos y disfrutaban cada movimiento. Saltaban, giraban y se movían de un lado a otro, dejando escapar todas las tensiones acumuladas.
Entre los nuevos había un chico que se llama Rolando, bastante tímido y reservado. Pero cuando sus ojos curiosos vieron la energía y diversión que emanaba en el salón, decidió comenzar a moverse al ritmo del "Bote". Poco a poco, fue dejando salir todo lo que le inquietaba. Sus compañeros de clase lo animaron al verlo y aplaudieron sus pasos, incorporándolo más enérgicamente al baile.
—¡Vamos, Rolando!—gritaban los alumnos más antiguos al unísono.
Mientras tanto, otra alumna de la clase, Yerine, una hermosa joven de mirada chispeante que llevaba en el grupo hace más de cuatro meses, decidió agregar su propio toque especial al baile. Comenzó a saltar en una pierna, balanceándose y rebotando como si fuera resorte. La risa se apoderó de todos mientras veían sus movimientos únicos y divertidos. Yerine les enseñó, incluso, a mover las caderas en un vaivén gracioso que hacía que los demás alumnos estallaran en carcajadas.
—¡Vamos! ¡Libérense de todo lo negativo! —exhortaba Johana, moviéndose enérgicamente entre los alumnos nuevos que parecían algo cohibidos.
La clase continuó con más energía y entusiasmo. Johana guiaba a todos en cada paso del baile del "Bote", asegurándose de que nadie se quedara atrás. Los alumnos se sentían libres y felices mientras seguían moviéndose con la música. Los problemas cotidianos parecían desvanecerse con cada salto y giro.
Luego de hora y media todos estaban agotados como cada día al finalizar la clase, pero llenos de alegría.
—Increíble trabajo hicieron todos hoy—expresó Johana-Estoy orgullosa de todos. Recuerden, el baile del "Bote" es nuestra mejor terapia liberadora. ¡Hasta mañana!
Los alumnos se despidieron con abrazos y sonrisas, sintiendo como el baile del "Bote" les había cambiado positivamente el día.
🤗Queridos amigos, el baile del "Bote" no existe en la vida real, pero sería divertido si así fuera.
In a small dance hall, people came every evening to release the stress and worries of everyday life by dancing the famous "Bote" dance. The hall was a cozy and bright space, with mirrors covering the walls so that students could see each other as they danced. The floor was polished wood, perfect for gliding smoothly through each movement.
The lead instructor was a young, energetic girl named Johana, who was always willing to teach and guide the students in her class in this very fun dance. Johana had beautiful dark skin and shiny curly hair. She radiated so much energy and passion that her students never missed a single day of her classes. This time and like every day of the week, right at four o'clock in the afternoon, she was getting ready to start her class.
He gathered all the students who were starting for the first time in the classroom, and explained to them the special purpose of the "Bote": to throw away everything that bothered or stressed them. He told them that, to the rhythm of the music, they were going to shake off all those worries and fill themselves with positive energy.
—Does anyone want to share something they want to leave behind today— asked Johana, addressing her regular students.
—I, Johana— said Lucia, a student who had been in the class for over a year—I had an exhausting day at work and I need to let go," she said, looking determined and excited, as she pulled her long dark hair into a ponytail.
—Perfect, Lucia— said Johana. Today we are going to shake it up and fill ourselves with positive energy. Let's dance!
The music started to play: a mix of peasant melody, reggaeton and salsa could be heard all over the room. Johana began to move with grace and joy. The students followed her steps and enjoyed every move. They jumped, twirled and moved from one side to the other, letting out all the accumulated tensions.
Among the newcomers was a boy named Rolando, rather shy and reserved. But when his curious eyes saw the energy and fun emanating from the room, he decided to start moving to the rhythm of the "Bote". Little by little, he let out everything that was bothering him. His classmates cheered when they saw him and applauded his steps, incorporating him more energetically into the dance.
—Come on, Rolando!— the older students shouted in unison.
Meanwhile, another student in the class, Yerine, a beautiful, sparkling-eyed young woman who had been with the group for over four months, decided to add her own special touch to the dance. She began hopping on one leg, swinging and bouncing like a spring. Laughter took over everyone as they watched her unique and fun moves. Yerine even taught them how to move their hips in a graceful swaying motion that made the other students burst out laughing.
—Come on, get rid of all the negativity!— Johana exhorted, moving energetically among the new students who seemed a bit self-conscious.
The class continued with more energy and enthusiasm. Johana led everyone through each step of the "Boat" dance, making sure that no one was left behind. The students felt free and happy as they continued to move to the music. Everyday problems seemed to melt away with every jump and spin.
After an hour and a half everyone was exhausted as they were every day at the end of class, but full of joy.
—Amazing job everyone did today—said Johana—I'm proud of everyone. Remember, the "Bote" dance is our best liberating therapy. See you tomorrow!
The students said goodbye with hugs and smiles, feeling how the "Bote" dance had positively changed their day.
🤗Dear friends, the "Boat" dance does not exist in real life, but it would be fun if it did.
@estilodereba si querida el baile y la música son terapias para el alma.