Encuentro con el diablo

Me despertó
el canto afónico de un gallo
y en la escasa lucidez
de quién despierta de golpe,
yo sabía,
que no había ningún gallo.

Todo pasó en cuestión de segundos,
pues sentí, que el canto de aquel ave
era un presagio;
la cruel alarma que precede
a la hecatombe.

Tropecé en la oscuridad azorada, tratando de orientarme
con la línea luminosa
filtrada debajo de la puerta,
y al traspasarla,
mi pecho desbocado
y mi cabeza en llamas,
se encontraron
con la siniestra escena del infierno.

Un ejército de formas
demoníacas, sonrientes.
Cientos de manos huesudas,
con las uñas afiladas
y extendidas hacia el frente;
miles de ojos (conocidos, pero extraños),
atentos, vigilantes y extasiados.

Una figura humana,
se abrió paso entre las bestias
a mi encuentro
y supe al ver sus ojos como abismos, que no era un salvador,
sino otro espectro.
En mi paralizado estado de terror y desconcierto,
desperté a la realidad en el instante,
que se me reveló la identidad
del Diablo.

Esta es mi participación en el ejercicio de 5 minutos de escritura libre de freewrite.

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