Un sueño de nascar

in Freewriters4 months ago

Hola amigos hoy les traigo un cuento que se me ocurrió luego de ver una película sobre autos
Espero que la disfruten 🤠

Daniel era un joven con el sueño de ser un corredor de nascar. Desde niño, le encantaban los autos y la velocidad. Su sueño era competir para la marca Ferrari, una de las más prestigiosas del mundo.

Un día, vio un anuncio en el periódico que decía que Ferrari estaba buscando nuevos talentos para su equipo de nascar. Daniel no lo dudó y envió su solicitud, junto con un video de sus habilidades al volante. Para su sorpresa, lo llamaron para participar en las pruebas de manejo, que durarían un mes.

Daniel estaba emocionado y nervioso. Sabía que era una oportunidad única en la vida, y que tenía que dar lo mejor de sí. Se preparó física y mentalmente, y viajó a la sede de Ferrari en Italia, donde se realizarían las pruebas.

Allí conoció a otros jóvenes con el mismo sueño que él. Algunos eran simpáticos y amables, otros eran arrogantes y competitivos. Daniel se hizo amigo de Luis, un chico de Venezuela que también era fanático de los autos. Juntos, se apoyaron y se animaron durante las pruebas.

Las pruebas consistían en diferentes circuitos y desafíos, que medían la velocidad, la resistencia, la técnica y la estrategia de los aspirantes. Daniel demostró tener un gran potencial, y se destacó por su pasión y su valentía. Al final del mes, recibió la noticia de que había sido seleccionado para formar parte del equipo de Ferrari. Era el día más feliz de su vida.

Pero la felicidad duró poco. Unos días después, mientras entrenaba en el circuito, Daniel sufrió un choque muy muy malo. Un auto que venía detrás de él lo golpeó por detrás, y lo hizo perder el control. Daniel salió volando por el aire, y cayó sobre el asfalto. El auto quedó destrozado.

Por suerte, Daniel llevaba el casco y el cinturón de seguridad, y no sufrió heridas graves en la cabeza. Pero su cuerpo estaba lleno de golpes, cortes y moretones. Lo llevaron al hospital, donde le hicieron varios exámenes y le pusieron vendas y yesos.

Daniel se sintió devastado. Pensó que su sueño se había acabado, que no podría competir nunca más. Se deprimió y se aisló de todos. Solo recibía las visitas de Luis, que lo alentaba y le decía que no se rindiera, que todavía tenía una oportunidad.

Y tenía razón. El médico le dijo a Daniel que su recuperación sería lenta, pero posible. Que tenía que hacer ejercicios de rehabilitación, y que tenía que tener paciencia y fe. Daniel se llenó de esperanza, y se propuso volver a la pista.

Con la ayuda de Luis, y de otros amigos que hizo en el equipo, Daniel empezó a ejercitar su cuerpo y su mente. Hacía fisioterapia, yoga, meditación, y simulaciones de manejo. Poco a poco, fue recuperando su fuerza y su confianza.

Después de varios meses, Daniel estaba listo para volver a competir. Su primera carrera sería la más importante de todas: la final del campeonato de nascar. Daniel se enfrentaría a los mejores corredores del mundo, y tendría que demostrar que era el mejor.

Daniel se subió a su auto, que estaba pintado de rojo y tenía el logo de Ferrari. Se puso el casco, el cinturón, y los guantes. Respiró profundo, y se concentró. Escuchó el rugido de los motores, y el sonido de la bocina. La carrera había comenzado.

Daniel pisó el acelerador, y salió disparado. Adelantó a varios autos, y se colocó en el primer lugar. Pero no estaba solo. Otros autos lo seguían de cerca, y trataban de rebasarlo. Daniel tuvo que esquivar obstáculos, evitar choques, y tomar curvas peligrosas. Fue una carrera llena de adrenalina y emoción.

Daniel no se dejó intimidar. Mantuvo el ritmo, y la ventaja. Llegó a la última vuelta, y vio la meta. Solo faltaban unos metros. Daniel aceleró más, y cruzó la línea de llegada. Había ganado. Era el campeón.

Daniel levantó los brazos, y gritó de alegría. Sintió una emoción indescriptible. Había logrado su sueño. Se quitó el casco, y bajó del auto. Sus amigos lo abrazaron, y lo felicitaron. Luis le dijo que estaba orgulloso de él, y que era un ejemplo de superación.

Daniel sonrió, y le agradeció. Luego, levantó el trofeo, que era una copa dorada con el nombre de Ferrari. Lo besó, y lo alzó al cielo. La multitud lo ovacionó, y le gritó su nombre. Daniel se sintió feliz, muy feliz. Había cumplido su sueño de ser un corredor de nascar.


Espero que les guste mi pequeña historia ☺️

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