Hubo un tiempo, en el que conocer los grandes clásicos de la Mitología universal, no sólo denotaba el grado de cultura del practicante sino que evidenciaba también una señal de buena educación.
De hecho, el Arte, en sus múltiples manifestaciones, se dejó influenciar se dejó influenciar por dicha premisa y muchos fueron los literatos y poetas, sobre todo los pertenecientes al periodo denominado como romántico, en países como Inglaterra y Alemania –Lord Byron, Shelley, Woodworth, Longfellow, Schiller o Goethe- que no eludieron esa premisa, hallándose en sus grandes obras numerosas referencias al tema, que ponían al lector en la tesitura de aprender para entender.
La pintura y la escultura, tampoco fueron ajenos a ella, del mismo modo que la Arquitectura, que de manos de románticos, como el restaurador francés Violet le Duc, se dejaron seducir por una mirada retrospectiva a las formas arquitectónicas del pasado, dirigiendo especialmente su atención a los estilos románico y gótico, que heredaron, en la época, en estado de neo o nuevo y supusieron creaciones modernas con la belleza del estilo antiguo.
Influencia, que se dejó sentir entre la sociedad pudiente también, hasta el punto de decorar los techos de los salones de sus palacios y mansiones con las escenas más vibrantes, no exentas, además, de gracia y provocador erotismo, detalles que a la vez denotaba su posición de superioridad en una escala social inmersa en el esnobismo y posiblemente incapaz de encontrar la belleza en los propios mitos de su tiempo.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que lo acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual.



This is lovely, enjoyed reading this
Thank-you very much
Quizás señal de status y de nivel cultural. ¿Crees que Lord Byron se caracterizó por su buena educación?
Interesante cuestión. Si nos ceñimos a un sentido global de lo que significa buena educación, yo diría que sí, puesto que buena educación, en un sentido peyorativo, viene a ser sinónimo de cultura y de formación. En un aspecto social, si entendemos la buena educación como el uso de unas costumbres socialmente aceptadas, yo diría que posiblemente no, pues la excentricidad siempre ha chocado con el costumbrismo. Pero también opino que habría que intentar comprender las estrecheces de la época en la que vivió y los terribles condicionamientos derivados de rigideces sociales como el victorianismo o el puritanismo. En un sentido psicológico, podría llegar a entenderse esa excéntrica rebeldía como una máscara de autoprotección frente a la acción exterior; es decir, un método de defensa de cara a una galería que no iba más allá de lo estrictamente establecido y que en el caso de Lord Byron quizás, digo sólo quizás, ese rompimiento de moldes sustituyera ciertos aspectos de la personalidad, como por ejemplo pudiera ser cualquier tipo de inseguridad, sensibilidad, vergüenza o deseo de notoriedad. Y quizás, estimada amiga @versofuster, aunque te parezca una perorata con la que no estés de acuerdo, la rebeldía es algo que todos los modelos sociales han padecido, sin que eso y vuelvo al sentido del post, implique necesariamente una mala educación, por lo menos culturalmente hablando. Saludos cordiales
Gracias por tu razonada y esmerada respuesta. Siempre he admirado la rebeldía en la literatura y en la vida, sin embargo, mi sensación es que Lord Byron no se caracterizaba por una buena educación, entendida desde el punto de vista del comportamiento social adecuado. Me encantaría que Polidori pudiera respondernos a eso.
En cualquier caso hablar de la buena o mala educación de Lord Byron y además hipotéticamente, quizás sea como hablar del sexo de los ángeles y no pretendo hacerte perder el tiempo. Así que muchas gracias por todo.
:-)
Bueno, yo creo que hablar, incluso hipotetizando y desde diferentes puntos de vista, no conlleva una pérdida de tiempo, muy al contrario, sino un intercambio de opiniones que a la postre nos pueden enriquecer, aunque no terminemos de ponernos de acuerdo. No conozco mucho de Polidori, aparte de que fue el médico personal de Byron, pero tengo entendido que era una persona antipática que solía caer mal. Por lo menos al grupo predilecto de Byron. Tampoco justifico con esto las humillaciones personales que éste la causaba. En definitiva: no intento justificar de ninguna manera a Byron, sino intentar comprenderle en la medida de lo razonable. Y en definitiva, lo que más valoro de él, es precisamente lo que le ha sobrevivido: su obra.
En lo último, sí estamos de acuerdo. Saludos.