Me quedo con ese último párrafo, @juancar347! Justamente, como te decía en estos días, lo que significaba para mí mirar el cielo. Mientras leo estas líneas entiendo por qué el sentimiento de pequeñez, de indefensión, de orfandad, pero también, extrañamente, de protección, cobijo. Me imagino entrar a un recinto como este y sentirme sobrecogida e intimidada, como si Dios me estuviera viendo. Bonito sábado!
Es impresionante, te lo aseguro. Eran algo más que recintos sagrados: eran auténticos medios de trascender la consciencia y por lo tanto, de establecer una comunicación con Dios. Perfectas cajas de resonancia, la música en su interior era otra de las 'herramientas' que simbólica y psicológicamente, 'conectaban' el cielo con la tierra, como una metafórica escala de Jacob. Los rayos del sol, distribuyédose a través de los ventanales. Unos ventanales, tratados alquímicamente y cuyo secreto, la Ciencia moderna todavía no ha podido desvelar, que refractaban la luz de una forma soberanamente especial...Mirar hacia arriba, hacia las bóvedas, donde también los canteros dejaban señales y secretos, en ocasiones da vértigo. Pero en fin, están tan reformadas y tienen tantos y tantos objetos, que más que catedrales parecen auténticos museos. Pero incluso así, la experiencia, ya te aseguro que es única. Un abrazo