Taller de Carpintería - Cuento corto

in Literatos2 months ago (edited)


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Taller de Carpintería

Escondernos en la escuela era demasiado difícil cuando la infraestructura de esta consistía en un diseño de espacios abiertos.

Siempre estábamos juntas, compartíamos todas las clases y todo el mundo pensaba que éramos las mejores amigas. Eso era correcto, pero había más. Obviamente, nadie tenía idea, nadie se cuestionaba nada y por lo cautelosas que éramos, la imagen de mejores amigas quedó más que establecida.

Pero también éramos un par de adolescentes hormonales, y el miedo a ser atrapadas jugaba más a impulsarnos a ser imprudentes. No había un lugar en la escuela en el que no nos hubiéramos besuqueado, siempre atentas a que nadie nos encontrara. Sin embargo, sabíamos que en el momento en que ellas lo supieran, nos castigarían, o peor, nos expulsarían de la escuela y nuestros padres nos separarían.

Laura no quería eso y yo tampoco. Si queríamos estar juntas, teníamos que mantener un perfil bajo y no arriesgarnos demasiado. Pero, ¿cómo hacías eso, cuando la chica más linda de la escuela te miraba con sus brillantes ojos verdes provocando un vuelco constante en tu corazón? Supongo que se podría decir que estaba enamorada de ella.

—Amelia, si no dejas de mirarme de esa manera, las demás se darán cuenta. —Estábamos comiendo nuestro almuerzo en la cafetería. Miré sigilosamente y vi que nadie nos prestaba atención—. ¿Estás segura de que no puedes quedarte esta noche?

—Lo siento. Hablé con mamá, pero dijo que no. Insiste en que vaya al aburrido recital de mi hermana —dije con fastidio—. ¿Me vas a extrañar? —pregunté levantando una ceja de forma sugerente, mientras que mi pie, debajo de la mesa, se deslizaba por su pierna desnuda.

—¡No hagas eso! —exclamó en voz baja, poniéndose totalmente roja.

—Nadie nos mira. Relájate un poco, Lau. —Le dediqué una sonrisa traviesa.

—No podemos seguir así. —Ella se puso las manos en el rostro.

—Hablando de eso… ¿Terminaste ya con eso? —Laura me miró a través de los huecos que hacían sus dedos en su rostro.

—¿Qué estás tramando ahora, Amelia?

—Tú solo sígueme.

Me calcé la zapatilla rápidamente y me puse de pie. Laura se levantó también y se alisó la falda con las manos, quedando impecable. Recogimos nuestras mochilas y emprendimos nuestro camino.

Laura no tenía ni idea de a dónde la estaba llevando, ella solamente me seguía silenciosamente. Atravesamos los pasillos, y cuando veíamos a alguna de las hermanas, solamente sonreíamos y bajábamos la cabeza en forma de saludo respetuoso. Continuamos caminando hasta dar con el límite del colegio, era allí donde empezaban a mostrarse los diferentes talleres que utilizaban los trabajadores para arreglar cualquier cosa que se necesitara en la escuela.

—¿Sabes lo que pasara si nos atrapan en este lado de la escuela? Sor Emilia nos pondrá un castigo peor que el que le puso a Diana por encontrarla fumando en el baño.

—No hay ni un alma en esta zona, Laura. Lo verifiqué antes de venir.

—¿Cómo hiciste eso si estuviste conmigo todo el tiempo?

—Tengo mis modos, bebé. No te preocupes más y caminemos. No soporto ni un minuto más.

Tomé su mano y ella no me soltó, algo que me gusto demasiado. A dos establecimientos, estaba el taller de carpintería. Nadie lo ocupaba en las tardes, porque los carpinteros de la escuela solo tenían un turno y era en las mañanas, así que había descubierto que había una llave escondida debajo de una alfombra, lo cual me pareció un cliché enorme. Aunque, honestamente, a mí me iba de maravilla.

—¿Cómo sabías de esa llave?

—Ay, amor. Me gusta que seas curiosa, pero justo ahora no podemos perder el tiempo en explicaciones que ya te daré luego.

Metí la llave en el candado que había en la puerta, y esta se abrió. Me volví a fijar en que no hubiera nadie en los alrededores y empujé a Laura dentro. Entré detrás de ella y cerré la puerta, poniendo de seguro una tablilla que servía para cerrar desde adentro.

Me giré nuevamente y esta vez vi como Laura se sentaba en una de las mesas de trabajo. Me acerqué con una sonrisa implacable y me metí entre sus piernas ligeramente abiertas.

—Odio estos uniformes —dije desabotonando el cuello de su camisa manga larga—. Cubren demasiado.

Ella rio.

—A mí me encantan. Te hacen ver muy sexy. —Laura puso sus brazos alrededor de mi cuello e inclinó su cuello para besar mis labios de una manera dulce y lenta.

La intensidad subió cuando terminé de abrir su camisa y pude tocar su delicada y suave piel con mis dedos torpes. Sentí sus dientes morder mi labio inferior, pero no me causó dolor alguno, por el contrario, sentía que mi cuerpo se calentaba aún más. Deslicé mis manos por su espalda desnuda y sentí como el corazón se me desbocaba de excitación.

—Amelia… —susurró ella sobre mis labios—. ¿Estás segura de que nadie vendrá aquí?

—Solo tenemos un par de minutos, Lau. —La miré a los ojos y supe que estaba nerviosa—. Nadie viene aquí en las tardes. —Puse un mechón de su cabello detrás de su oreja con sumo cuidado.

Ella acunó mi rostro con sus manos y me regaló una cálida sonrisa. No sabía cómo, y tampoco lo entendía de un todo, pero amaba a Laura. Me había enamorado de ella desde el primer momento que piso el aula de clases.

—Este lugar…—comenzó a decir ella.

—Será nuestro escondite hasta que ya no tengamos que venir a la escuela.

Ella asintió y volvió a besarme cálidamente. Sentía que me desvanecía en sus labios, y que renacía en sus brazos.

Continuamos besándonos sin temor a que nos encontraran, con mucha más soltura, hasta que se oyó el timbre y las dos nos separamos viéndonos como un par de tontas las cuales no podían borrar la felicidad de sus rostros.

—Mañana tenemos libre una hora entre mate y español —dijo ella.

—Es una cita entonces. —Comencé a abotonar su camisa—. Será mejor que nos demos prisas o Sor Emilia se topará con nosotras en los pasillos.

Salimos del taller de carpintería y volví a colocar la llave en su lugar. Luego de eso, ambas salimos corriendo devuelta a las instalaciones principales de la escuela para evitar ser atrapadas por la temible Sor Emilia.


Buenas noches, amigos lectores. Este es el segundo cuento de la antología Historias de Chicas Sáficas en la cual estoy trabajando. Si les gusta, ya saben que pueden dejarme un comentario.
El primer cuento Baile de Graduación pueden encontrarlo aquí: https://ecency.com/hive-199275/@itsjunevelasquez/graduation-ball-short-story

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