ESP
El Caballo y la Estrella de Mar
Érase una vez Norton un joven Caballito de Mar, que laboraba como cochero en el Océano Atlántico. Se encontraba en sus horas finales de trabajo, cuando decidió aceptar el último servicio, llegó a la dirección que le habían encomendado y tocó la corneta, después de esperar unos minutos volvió a tocar con insistencia; pensó en marcharse, pero en su lugar, se dirigió hacia la puerta y llamó ... "Un momento", respondió una frágil voz. Después de una pausa, la puerta se abrió y apareció Maya, una estrella de mar de avanzada edad; llevaba un sombrero con un pequeño velo, y una pequeña valija de conchas marinas. Aquel sitio parecía inhóspito y de aspecto sombrío, los muebles estaban cubiertos con algas y en el fondo se podía apreciar un baúl lleno de preciados recuerdos. "¿Sería tan amable de llevar la maleta al carruaje?", dijo Maya, a lo que Norton asintió con gentileza y regresó para ayudar a la anciana a llegar al transporte, Maya no paraba de agradecer la amabilidad de Norton. "No es nada", le dijo "Solo intento tratar bien a mis clientes" "¡Oh!, usted es un buen muchacho", dijo la estrellita. Ya en el carruaje, ella le dio una dirección y entonces le preguntó:
"¿Le importaría llevarme por el Mar Caribe?"
"No es el camino más corto", respondió rápidamente el caballito de mar.
"No me importa", dijo ella, "No llevo prisa. Voy de camino a un asilo".
En ese momento Norton volteó a mirarla, los ojos le brillaban y de forma apacible exclamó: "No me queda familia alguna", y con una suave voz dijo: "El médico me ha dicho que no me queda mucho tiempo." Hubo un silencio, Norton extendió su brazo lentamente y freno el marcador. Durante las siguientes horas, ella le mostró a Norton la cueva donde había trabajado como maestra; la Isla de Margarita, donde había vivido con su esposo de recién casados, un gran banco de peces, que alguna vez había sido un teatro en el que ella se había presentado de niña. Continuaron su recorrido, en ocasiones, ella pedía que aminorara la marcha enfrente de esponjas y corales, se quedaba mirándolos fijamente en la oscuridad sin decir nada. Cuando la aurora apreció ella dijo: "Estoy cansada, vámonos ya". Norton condujo en silencio hacia la dirección indicada. Era una pequeña cueva, con un camino que pasaba por debajo de un pórtico. Al llegar dos peces espada salieron a recibirlos, el joven caballo de mar llevó la maletita hasta la entrada, mientras la dulce estrella marina ya estaba sentada en una silla de ruedas.
"¿Qué le debo?", preguntó Maya.
"Nada", respondió Norton.
"Por favor, tiene que ganarse la vida", respondió ella.
"Hay más clientes", respondió él. Se inclinó y le dio un abrazo, correspondido por ella, mientras decía: "Usted ha dado a una vieja estrella un pequeño momento de alegría, Gracias".
Norton se dirigió a su carruaje, mientras detrás de él se cerraba una puerta, anunciando el ocaso de una vida.
ENG
The Horse and the Starfish
Once upon a time Norton was a young Seahorse, who worked as a coachman in the Atlantic Ocean. He was in his final hours of work, when he decided to accept the last service, he arrived at the address that had been entrusted to him and blew the bugle, after waiting a few minutes he blew insistently again; He thought about leaving, but instead, he walked towards the door and called ... "Wait a minute", answered a fragile voice. After a pause, the door opened and Maya, an elderly starfish, appeared; she wore a hat with a little veil, and a small suitcase of seashells. The place seemed inhospitable and gloomy looking, the furniture was covered with algae and in the background you could see a trunk full of precious memories. "Would you be so kind as to take the suitcase to the carriage?" Maya said, to which Norton nodded gently and went back to help the old lady to the carriage, Maya was appreciative of Norton's kindness. "It's nothing," he said "I'm just trying to treat my customers well" "Oh, you're a good boy," said the little star. Already in the carriage, she gave him an address and then asked:
"Would you mind taking me around the Caribbean Sea?"
"It's not the shortest way," the seahorse quickly replied.
"I don't care," she said, "I'm not in a hurry. I'm on my way to a nursing home."
At that moment Norton turned to look at her, his eyes were shining and he calmly exclaimed: "I don't have any family left", and in a soft voice he said: "The doctor told me that I don't have much time left." There was a silence, Norton slowly extended his arm and stopped the marker. Over the next few hours, she showed Norton the cave where she had worked as a teacher; Margarita Island, where she had lived with her newlywed husband, a large school of fish, which had once been a theater where she had performed as a child. They continued their journey, sometimes she would ask him to slow down in front of sponges and corals, she would stare at them in the dark without saying anything. When the dawn appeared she said: "I'm tired, let's go now." Norton drove in silence in the direction indicated. It was a small cave, with a path leading under a portico. When they arrived, two swordfish came out to greet them, the young sea horse carried the suitcase to the entrance, while the sweet starfish was already sitting in a wheelchair.
"What do I owe you?" Maya asked.
"Nothing," Norton replied.
"Please, you have to earn a living," she replied.
"There are more customers," he replied. He leaned over and gave her a hug, returned by her, while saying: "You have given an old star a little moment of joy, Thank you."
Norton walked to his carriage, as behind him a door closed, announcing the twilight of a life.
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@es-literatos Hola muchas gracias por el apoyo brindado.
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Un relato muy bueno. Me ha encantado leerte @willcaryz
Hola @castri-ja me alegro mucho de que le gustara mi relato, le mando un gran abrazo.