
Strolling inside the San Telmo market in the Argentine capital, I came across a store that made me dust off memories of my childhood, when my mother had several porcelain dolls as ornaments in the living room.
They were not many, but for her they were like hard-earned trophies, as she cared for them almost more than she cared for us. They were figures of women in long dresses, colonial style, some had a lap dog around their feet, or some transparent umbrella.

Now that I remember them, they were nice collector's items, which gave a romantic touch to my dad's library of books of all sizes, colors and thicknesses, who I remember would move them from one side to the other to dispose of some of his copies, while mom would break out in a cold sweat at the mere thought that she might trip over them and break them, but that never happened with him.

In fact, there was only one incident with one of them, who upon seeing the ball I had thrown to my brother, failed to dodge the blow and fell to the ground, shattering it and producing in mom such a state of anger, that she decided to give each of us a couple of spankings. After that, we didn't play with balls inside the house anymore either.

Over the years, when we moved to the apartment that Dad bought, the dolls moved to another space, I don't know who he gave them to, but they never got to know the new house. Maybe they felt that they were no longer in fashion, or mom preferred minimalism to continue with the extreme care of these particular figures.

So since then, I thought they didn't make them anymore, that's why my surprise was huge when I saw this couple of stores with many of these figures that remind me not only of my childhood, but also of that time in the early nineteenth century, when the world was completely different from the one we know today, but that surely they knew how to enjoy in their own way.

Paseando dentro del mercado de San Telmo en la capital argentina, me encontré con una tienda que me llevó a desempolvar recuerdos de mi infancia, cuando mi madre tenía varias muñecas de porcelana como adornos en la sala de casa.
No eran muchas, pero para ella eran como trofeos ganados en ardua lid, pues las cuidaba casi más que a nosotros. Eran figuras de mujeres con largos trajes, al estilo colonial, algunas tenían un perrito faldero alrededor de los pies, o alguna sombrilla transparente.

Ahora que las recuerdo, eran lindas piezas de colección, que le daban un toque romántico a la biblioteca de libros de todos tamaños, colores y grosores de mi papá, quien recuerdo las movía de un lado al otro para disponer de alguno de sus ejemplares, mientras mamá sudaba frío por el solo pensamiento de que pudiera tropezarlas y romperlas, pero eso con él nunca ocurrió.

De hecho, solo hubo un incidente con una de ellas, quien al ver la pelota que yo le había lanzado a mi hermano, no logró esquivar el golpe y cayó al suelo, haciéndose añicos y produciendo en mamá tal estado de cólera, que la hizo tomar la decisión de darnos un par de nalgadas a cada uno. Ya luego de eso, tampoco jugamos más con pelotas dentro de casa.

Con los años, cuando nos mudamos al apartamento que papá compró, las muñecas se fueron a otro espacio, no sé a quien se las regaló, pero la casa nueva no la llegaron a conocer. Quizás sintieron que ya no estaban de moda, o mamá prefirió el minimalismo a seguir con el cuidado extremo de estas particulares figuras.

Así que desde entonces, pensaba que ya no las fabricaban más, por eso mi sorpresa fue enorme cuando vi este par de tiendas con muchas de esas figuras que me recuerdan no solo mi infancia, sino esa época de principios del siglo XIX, cuando el mundo era completamente diferente al que conocemos actualmente, pero que de seguro ellos sabían disfrutar a su manera.
Foto/Photo by: @mamaemigrante
Edición/Edited by @mamaemigrante using canva
Translated and formatted with Deepl
Me hiciste recordar a mis abuelas. Elas guardaban celosamente varias figuras de porcelana intocables para nosotros
Si! eran las reliquias familiares.
¡Un bonito recuerdo! En mi casa quedaron algunas heredadas de mi padre, que a veces incorporaba al nacimiento y otras regalo de una vecina que las debía comprar al por mayor y cada Navidad se presentaba con una. Por suerte todas distintas y por los modelos, me imagino que de algún artesano de los lados de Cariaco. Hasta no hace mucho en Europa continuaban haciendo figuras muy cotizadas en este material, si alguna tiene grabada la marca Lladró es una pieza de valor.
Las Lladró son además de hermosas, evaluadas como si fueran de oro.
En casa quedó fue una lámpara con una figura de este tipo, las demás se mudaron y ni una carta mandaron para saber de ellas.
Están muy lindas estas figuras, por aquí tengo algunas de mi suegra.
De verdad, que las ge querido quitar de la biblioteca, que es donde las tengo también agarrando polvo. Ya les toca un baño. Me da risa cuando las meto debajo el chorro, jejeje.
Esas se bañan con todo y ropa, jajaja
Ahora de grande me parecen lindas como para coleccionar, aunque lo que dices del polvo desanima a cualquiera de tener muchas en casa.
Si, así mismo, de vez en cuando les doy su baño, y las meto a una ponchera a que se sequen y queden brillositas.
Estas muñecas me trasladaron a los recuerdos de la casa de mi abuela y de mis tías quienes las presumían en mesas y vitrinas. Realmente las querían más que a sus propios hijos jajajaj ayyy si se rompía alguna 😅😅
Si se rompía alguna era el acabose!
cute..
they break as easy as kids' hearts with them..
Your stories transported me to to a bygone era, where i didn't get to play with dolls but cars, trucks and other stuff.... #life #memories
It's hard not to watch them and be transported back to the time of our generation's childhood. I wonder what objects our children will relate their childhood to as adults.
Thanks for stopping by
Ay dios mío amiga. Sentí la nalgadas desde aquí jajaja. Me traen también recuerdos de mi abuela este post
Es que dudo que en nuestras casas de la infancia no hubiese por lo menos una muñeca de este estilo.