Un día a la vez Esp/Engl

in Lifestyle11 days ago



SaetljfcoyvWobtX_IMG_20251006_101632_921.webp
Ex9C1gunuhcehiye_IMG_20251006_101729_857.webp
gq4dpBnOE6k1bcM7_IMG_20251006_101622_108.webp
NPn0EyXzAgNbkdBk_IMG_20251006_101737_471.webp
xM3jdyPO372wwdwt_IMG_20251006_101728_360.webp

Hoy fue día de trabajo administrativo, y como siempre, lo enfrenté con la mejor actitud. No importa cuán rutinaria parezca la tarea, cada acción que realizo es una oportunidad para demostrarme a mí misma de qué estoy hecha. No lo hago para complacer a otros, ni para cumplir con expectativas ajenas. Lo hago porque cada reto, por pequeño que sea, me permite descubrir mi capacidad de transformar lo cotidiano en algo significativo.

Me recuerdo constantemente que soy incapaz de fracasar mientras me sienta capaz de todo. Porque el verdadero fracaso no está en equivocarse, sino en no intentarlo. En no ponerle amor, intención y dedicación a lo que hacemos. Y yo decido cada día hacerlo con entrega, con propósito, con esa chispa que convierte lo simple en extraordinario.

No es solo un trabajo. No es solo una asignación. No es una actividad más en la agenda. Para mí, cada tarea tiene que tener alma. Tiene que inspirarme, moverme, conectarme con lo que soy y con lo que quiero construir. Porque cuando trabajas desde el corazón, incluso lo más técnico se convierte en arte.

La excelencia no es perfección. La excelencia es autenticidad, es coherencia, es hacer lo mejor que puedes con lo que tienes, desde donde estás. Y eso se ve distinto para cada persona. Lo que para unos es rutina, para otros puede ser una obra de amor. Porque la excelencia se mide con los ojos del alma, no con estándares rígidos.

Hoy celebro eso: la capacidad de transformar lo administrativo en un acto de afirmación personal. De convertir lo funcional en algo que me representa. Porque cuando trabajas con propósito, todo lo que haces se vuelve parte de tu historia.

Gracias por tomarse un poco de su tiempo para leerme.

English

Today was administrative work day, and as always, I faced it with the best attitude. No matter how routine the task may seem, every action I take is an opportunity to prove to myself what I am made of. I don't do it to please others, or to meet someone else's expectations. I do it because every challenge, no matter how small, allows me to discover my ability to transform the everyday into something meaningful.

I constantly remind myself that I am incapable of failure as long as I feel capable of anything. Because the real failure is not in making mistakes, but in not trying. In not putting love, intention and dedication to what we do. And I decide every day to do it with dedication, with purpose, with that spark that turns the simple into extraordinary.

It's not just a job. It is not just an assignment. It's not just another activity on the agenda. For me, every assignment has to have soul. It has to inspire me, move me, connect me with who I am and what I want to build. Because when you work from the heart, even the most technical things become art.

Excellence is not perfection. Excellence is authenticity, it's consistency, it's doing the best you can with what you have, from where you are. And that looks different for each person. What for some is routine, for others may be a labor of love. Because excellence is measured with the eyes of the soul, not with rigid standards.

Today I celebrate that: the ability to transform the administrative into an act of personal affirmation. To turn the functional into something that represents me. Because when you work with purpose, everything you do becomes part of your story.

Thank you for taking the time to read me.


For the best experience view this post on Liketu