Pecueca Cristiana

in #life6 years ago (edited)

No todo es lo que parece, y algunas cosas no son como deberían...

Hace unas semanas fui a Quiamare a llevar a un pastor a quien le tocaba dirigir el evento. Era una campaña. Me sorprendí cuando me enteré de que el evangelista que predicaba en esa campaña era el mismo que una vez me impuso las manos y me profetizó cosas.

Al finalizar el evento, hablamos un rato. Me dijo que le había pedido a Dios que le quitara la "pecueca" (hongos en los pies). Yo le dije que no hacía falta que le pidiera eso a Dios. Lo que tenía que hacer era cambiarse las medias con frecuencia.

Él, su esposa embarazada y su hijastro de dos años pasaron un mes y medio en mi casa (anunciaron 15 días). Recuerdo que los fui a buscar a Puerto Ordaz, a seis o siete horas de aquí. Cuando llegamos aquí, a la casa, la esposa tuvo como un ataque de ira incontrolable por un incidente pequeño. Trató de disimularlo; pero ya yo me daba cuenta de que ése iba a ser un mes difícil....

A los dos días me preguntó qué posibilidades había de que ella se regresase a su casa (ya se veían los problemas entre ellos). Le dije que yo no tenía dinero para que se fuera en autobús y no tenía tiempo de llevarla en el carro porque estaba trabajando.

Los problemas entre ellos arreciaron. Les daba vergüenza pelearse frente a mí, pero lo hacían frente a mi esposa. Bloqueé el teléfono, que le había ofrecido a ella para que llamase a su familia. Hubo un día que ella le sacó sangre a él, de tanto que lo golpeó (él no la golpeaba). Ése día conseguí dinero prestado para que se fuera (ella), pero dijo que ya no quería irse.

Me armé para la guerra y un día los senté a los dos... Ya no podían ni hablarse entre ellos. Conmigo de árbitro pudieron hablar. Necesitaban ayuda. Eran como niños. Llegaron a acuerdos entre ellos y conmigo. Casi amanecimos hablando y terminamos todos riendo y comentando lo positivo de la "terapia" en que participamos todos (también mi esposa).

Las cosas mejoraron increíblemente. Me convencí de que no era sólo una fachada; habían roto una barrera y pasado a otro nivel. Siempre con arrastres de lo anterior; pero ahora me sentía confiado de señalarles las fallas antes de que se agravaran.

La esposa se emocionaba demasiado y hablaba mucho de que ya había dejado "todo eso" atrás, que lo había superado. Cuando cometía un errorcito, yo no lo dejaba pasar, sino que le hacía un chistecito sarcástico que a ella no le agradaba. Decía que yo hacía leña del árbol caído. Ella es una de las personas más coherentes en el hablar que jamás yo he conocido. Demanda que las cosas sean bien hechas; pero su esposo no es muy disciplinado y eso a ella "la revienta" y le hace perder la cordura.

Fue un mes muy bueno. Todos los días orábamos en grupo en la casa, hacíamos vigilias, matutinos y "terapias". Sentí nostalgia legítima de verlos partir. Algo me decía que necesitaban más tiempo de terapia.

Lo último que supe de ellos es que ella parió hace pocos días y él pidió cambio de iglesia a un sitio lejano (ella dice que él tiene otra).

(D)olorosa Pecueca Cristiana...

[ Tomado de Mi diario: 3 de septiembre del 2010 ]

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