Romina

in #ocd4 years ago

Yo jamás confié en Romina, ni siquiera la consideré mi hermana. No sabes Rigoberto cuantas ganas tuve ¡Ay cuantas ansias volátiles tenía de contarle toda la verdad! De que en realidad esa arpía disfrazada de ser humano no es mi hermana.

Esta carta debe quedar en sumo secreto mi amor, solo Dios, tú, la soledad y yo, sabremos de las palabras que por mi odio evoqué. Romina llegó a mi vida cuando mis padres la trajeron a nuestra casa teniendo yo ocho años. Sentí un desasosiego al verla la primera vez, y una exigua extrañeza que me perturbaba.

No pasó mucho tiempo para que me coronara la envidia, al ver como se posaban en ella los ojos amorosos de papá. Siempre fue meritoria a obtenerlo todo, solo tenía que sonreír y los ingenuos seres a nuestro alrededor desfallecían. Mi adolescencia con ella no fue fácil, ¡Ay cuanto la detesté! Puesto que la atención la tenía solo ella; nuestra familia, los hombres más guapos, los objetos más suntuosos, era como si el mundo fuese demasiado pequeño para ella.

Todo lo veía, todo lo percibía; como ella en un instante dominaba todo, como la reina de una colmena o la emperatriz suprema de algún imperio hermoso de descendencia divina. No podía soportarlo más querido Rigoberto, cada vez que tengo estos recuerdos frente a mí como fantasmas, me derramo en lágrimas.

¡Ay mi pecho me duele mi amor! ¡Como quisiera que estuvieses aquí a mi lado abrazándome! Tú eres el único que me ha demostrado amor y atención. Ayer se me ocurrió una idea fenomenal, sé que creerás que estoy loca, pero era la única manera de sentirme mejor.

Salí a la calle disfrazada como Romina, usando el mismo atuendo y el mismo peinado que usó el día de nuestra graduación. Se veía tan hermosa y, como era de esperarse, todas las miradas se posaron en ella. Sentí en ese momento que mi cuerpo iba estallar desde mis entrañas.

Me maquillé, usé su mismo vestido rojo escarlata deslumbrante. Me puse las mismas zapatillas doradas con lazos fucsias. Me puse una peluca castaña clara, ya que no he conseguido aún un tinte del mismo color, y salí a la calle, como una reina admirada por su plebe.

Me sentí tan bien Rigoberto, me sentí… ¡Tan poderosa y viva! Mañana en la noche no solo me voy a disfrazar de Romina, me convertiré en ella por completo. Por lo tanto, no pueden existir dos mismos seres en este mundo. Así que llegó el momento de ir a visitarla, por última vez…

Ilustración