Woody Allen siempre ha sido uno de mis directores de cine favoritos. Sus películas me han encantado, conmovido y fascinado toda la vida. Así que cuando a comienzos de año he visto que ha publicado su autobiografía no pude resistirme a la tentación de comprarla.
Ya la dedicatoria prometía los buenos momentos que conocer la historia de su vida como él la relata podía proporcionarme:
Desde la primera página nos tropezamos con ese particular humor, con ese encanto y gracia que no todos poseen y mucho menos cultivan, pero que en Allen es tan natural como respirar. Así, da inicio a su libro, contándonos de su padre.
El paisaje urbano que dibuja de su natal Brooklyn seguramente dista mucho del actual, pero en cambio posee la magia de ser un espacio que ya pertenece por siempre a la memoria de la infancia, como podrá ser la nuestra para cualquiera de nosotros, o la de nuestros padres.
Mientras vivimos, y sobre todo mientras crecemos, no nos damos cuenta de que eso que está ante nuestros ojos irá cambiando a veces hasta casi desaparecer por completo.
Qué maravilla leerlo relatar cuando su padres se conocieron, de verdad que uno no puede evitar leer con una sonrisa en el rostro cada una de las anécdotas de este libro.
Estoy disfrutando especialmente que sea un libro voluminoso, porque como ya he dicho otras veces aquí, eso para mí es una promesa de largos y buenos ratos asomado por una ventana de palabras a la vida de una persona que siempre he admirado y querido.
Me hace gracia que él afirme que por el simple hecho de usar lentes mucha gente piense que es un intelectual, cuando la verdad es que de niño y joven lo único que leía eran cómics e historietas.
Confiesa entonces que comenzó a leer literatura para poder conversar con el tipo de chicas que le gustaban, que eran las intelectuales y cultas.
Sobre el peliagudo y equivocado juicio respecto a su mentada intelectualidad, alega con sorna que sólo se debe a sus lentes y a ciertas estratagemas para colocar citas en diferentes momentos de sus diálogos.
Sobre la importancia del cine en su formación, nos cuenta cómo ese mundo oscuro lo salvaba de la realidad que siempre le parecía gris y anodina.
Me resultó también sumamente divertido su total desprecio de la escuela y la descripción que hace de las maestras, obviamente un mundo que contrastaba por completo con el que mostraban en el tipo de películas que le gustaba ver.
Y hasta aquí esta reseña y comentario sobre el libro, porque apenas lo estoy comenzando y como mi intención es paladearlo calmadamente, pues quien sabe cuando lo terminaré.
Las fotos que he tomado de las citas y de la portada de mi libro ilustran a cabalidad lo que les cuento.
Woody Allen. A propósito de nada. Autobiografía. Alianza Editorial, Madrid, 2020.
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