Tras una vida plena y viendo su obra en pie, se nos ha muerto Joan, Joan Hunt. Ella, que de pura vida parecía que no se iba a morir jamás. Ella, que en 1991 y tras haber sufrido en carne propia la muerte de su marido, ya en fase terminal, urdió la idea de crear un centro independiente, pionero e innovador que atendiese a enfermos como él, ya sin posibilidad de curación, gracias a la estrecha relación que una británica jubilada como ella en la Costa del Sol había formado con el personal del Hospital de la Cruz Roja de Málaga que atendió a tu marido.
Joan sabía en carne propia que había que mejorar la atención en los últimos días a quienes se enfrentaban a ese dar a la mar que es el morir, había que dar vida a los días cuando no se podía dar más días a la vida. Joan pensó en crear un centro que fuera referencia internacional en Cuidados Paliativos en plena Costa del Sol -en Málaga, en Andalucía (España)-
A Joan la vida la había llevado a tener experiencia en gestión, a llegar a lo más alto que podía llegar profesionalmente en aquella Gran Bretaña alguien como ella, una mujer y de extracción humilde en la época y circunstancias que le tocó vivir. Joan fue una persona con pocos laureles teóricos y académicos (sólo algunos cursos de contabilidad, mecanografía y taquigrafía por los que se esforzó su madre), y eso unido a su endiablada fortaleza de carácter la llevó a ser una superviviente asombrosa e inteligentísima desde niña, cuando enfermó en aquellos años 30 de entreguerras, con apenas dos añitos, de una severa artritis séptica que le dañó la cadera, la obligó a someterse a varias operaciones, a estar hospitalizada hasta los seis años y a tener una cojera de por vida.
Joan vivió los bombardeos de la Segunda Gran Guerra en Londres, siendo una adolescente. Cuando tenía 16 años vio morir a su madre, fundamental en su vida. Comenzó desde abajo en las empresas que la contrataron asumiendo responsabilidades a una velocidad sonrientemente rabiosa. Se rio su cadera doliente en las salas de baile. Por eso un día, bailando, conoció a Fred, a su marido, mucho mayor que ella y divorciado. Un nuevo reto. Joan contra las sombras y contra todos buscando la luz…
Joan...
En los años 60 llegó aquel trabajo en una multinacional. Y en 1974, cuando aún las mujeres estaban muy lejos de los puestos de alta responsabilidad, fue nombrada Jefe de Administración de un personal laboral que abarcaba 1400 trabajadores. Joan Hunt, pionera también en romper el techo de cristal.
Su experiencia pasada en la gestión le dio a CUDECA (su gran obra, la actual fundación Cuidados del Cáncer) una estructura empresarial para asegurar su transparencia (auditada por KPMG y por la Fundación Lealtad), y su sostenibilidad y su vocación de superación y servicio le dio un espíritu de compromiso social con el sufrimiento de las personas que se enfrentan a una enfermedad terminal. Líder nata, Joan, la anciana incansable y feroz cuando pedía por los demás, Joan con cara de niña risueña y sonrosada, con su imbatible sonrisa eterna, implicó a amigos y vecinos y luego, a la comunidad internacional que vive en la Costa del Sol, a las empresas, nos implicó a los medios de comunicación, a las instituciones, y así, poco a poco, hasta que CUDECA implicó a todos en Málaga y en parte de Andalucía.
CUDECA, la gran obra de Joan Hunt, junto a Marisa Martín y Susan Hannan, sus continuadoras
Desde que murió Fred, su marido, Joan Hunt dedicó su vida a CUDECA y a difundir e involucrar a la sociedad en el valor y la importancia de los cuidados paliativos. La solidez de su compromiso moral e intelectual permitió crear el primer centro específico de cuidados paliativos con UNIDAD DE INGRESO, una unidad de día, departamento de rehabilitación, programa de ayuda a domicilio y un programa de atención psicológica y social y todo ello, con carácter universal y gratuito, financiado por socios y familiares agradecidos por la calidad profesional y la humanidad del trato que recibieron sus seres queridos en la etapa de mayor vulnerabilidad, además de concertar la atención paliativa en algunas zonas con el Servicio Andaluz de Salud. Joan Hunt se ha ido, nonagenaria pero imparable, pero CUDECA, su misión en este mundo, se queda en Andalucía.
CUDECA es una fundación independiente y sin ánimo de lucro creada para paliar el sufrimiento de los demás. Esto incluye la asistencia socio-sanitaria, la promulgación, la participación del voluntariado y la sociedad en general, la formación especializada y la mejora constante a través de la investigación en cuidados paliativos. Joan nos ha dejado dicho a quienes la vivimos fascinados por su cualidad de ángel fieramente humano que a su muerte no enviáramos flores sino donativos. Lo ha dicho así:
“No estéis tristes, celebrar mi vida, no mi muerte. No envíes flores a mi funeral, enviar un donativo. Sabéis bien que el donativo que pedí en el funeral de mi esposo Fred, fue el impulso para crear un centro especial para cuidar la última etapa de la vida de muchos enfermos y sus familiares. Pues bien, ahora me toca a mí, y os digo lo mismo de nuevo, enviar donativos que sirvan para cuidar, aliviar y acompañar a los que más nos necesitan...”
Mi madre murió en la unidad de ingreso de CUDECA, en la habitación número 9, cómo olvidar ese número, justo al lado del apartamento que ocupó en vida Joan dentro del recinto clínico. Joan, que la visitó alguna vez chapurreándole su español incomprensible con acento de chiste británico.
Con la muerte de Joan el día de su santo, anteayer, este pasado jueves de San Juan, ambas se han ido ya. Se fueron viendo el sol del litoral mediterráneo, el mar que yo veía siempre en mi madre y luego vi en Joan, de ese color eran los ojos de ambas. Un sol y un mar al que los familiares enfrentan las camas de los pacientes que ingresan en CUDECA, colocándolas hacia el jardín al otro lado del ventanal. Mi madre vive en mi recuerdo y en el de mi hermano y de quienes la quisieron, como vive el agradecimiento a quienes la cuidaron médica y humanamente en sus últimos días. Ahora las dos nos esperan a todos en el cielo…
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