Positividad negativa

in #spanish3 years ago

A más hijos positivos más padres y abuelos en negativo. Es la terrible paradoja que también nos ha traído la pandemia. Aquellos a quienes más queremos, sin conciencia ni maldad alguna, nos pueden enviar al hospital por ser como éramos cuando éramos como ellos. La semana nos ha traído la constatación sanitaria de que la mayoría de los contagios por Sars Cov 2, y a mayor velocidad que la que hasta ahora conseguía el coronavirus para infectarnos, se produce entre adolescentes y jóvenes, en concreto en el tramo de edad comprendido entre los 15 y los 29 años. Y si ellos vuelven a casa contagiados, las consecuencias no están siendo tan bonitas como en aquella canción de Pedro Guerra "Contamíname", no…

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Cómic para concienciar a los jóvenes

Los positivos por coronavirus entre adolescentes y jóvenes tienen su contrapartida negativa en el perfil al alza de quienes ahora terminan hospitalizados, de los que de entre ellos ingresan en la UCI y de los que tristemente fallecen; una curva ascendente que protagonizan quienes están en el tramo de edad entre la cincuentena y quienes aún no llegan a los 70. O sea, las víctimas son en muchos casos los padres y abuelos de esos adolescentes y jóvenes que, de manera mayoritaria, pasan la Covid asintomáticos o sin síntomas de importancia. La situación es endiablada. Cómo entrar en las cabezas de esos chavales cuando salen de casa ávidos de socializar, lo propio de su edad, tras un año de confinamiento y restricciones sociales, sin que hayan constatado en todo este tiempo el peligro real entre sus amistades, cansados de unas reglas de protección particular que fácilmente pierden la batalla contra sus hormonas; jóvenes que no terminan de entender, en demasiados casos, que la misión de sus vidas, en este tramo final de la anhelada vacunación grupal para terminar con la pandemia, es echarse la responsabilidad sobre sus espaldas y tras sus mascarillas, a menudo bajadas, de que son ellos quienes pueden y deben salvar las vidas de sus padres y abuelos y, quizá, de algunos de nosotros.

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Fiestas, reuniones, copas, besos... contagio

Cómo entrar en sus cabezas. Cómo interponerse en esos enamoramientos de dolor de barriga y de no pensar en otra cosa que les llevará a compartir un primer beso que recordarán toda la vida como prueba de que la magia existe, o al menos existió, cuando nada les parezca ya mágico. Pero ajena a la poesía y el existencialismo filosófico está la existencia, palabra que acaba igual que la palabra ciencia, y en ese reverso sin banda sonora ni pies de puntillas un beso, por supuesto sin mascarilla, entre no convivientes, es una autopista gratuita para que el virus acelere su replicación sumando números a su aún poco conocida lotería letal para que seamos los demás quienes paguemos caro su peaje. Cómo protegerles de sí mismos mejor de lo que nos supimos proteger nosotros de nosotros mismos con su edad, la pregunta que se hacen todos los padres y madres cuando los chavales crecen y dejan de ser niños y, también con el coronavirus de por medio, a menudo esos hijos tanto se nos parecen…


A menudo los hijos se nos parecen... "Locos bajitos" Serrat

(c) Domi del Postigo www.domidelpostigo.es