Semana mortal y rosa con sábado tricolor

in #spanish2 years ago (edited)

La noche del sábado el blanco y el rojo, curiosamente dos de los colores de la bandera tricolor francesa, se enfrentaron en París ante millones de ojos frente a las pantallas de diversos formatos en todo el mundo y a las decenas de miles que ya estaban en las calles la ciudad de la luz esperando el partido de la final de la copa de Campeones, la Champions…

El Liverpool, el equipo red actual, dirigido por el alemán Jürgen Klopp, juega tan rápido que podría cambiar el bonito lema de su escudo, You´ll Never walk alone (tú nunca caminarás solo) por el de nunca correrás tanto como nosotros. Y el Madrid, los blancos, por su parte, buscaban, remontada a remontada, con el motor de su historia y la finezza italiana de su entrenador, Carlo Ancelotti, llevarse la decimocuarta orejona a casa, como finalmente consiguieron… El azul es el tercer color de la tricolor y el del cielo de París que, cuando empezó el partido a las 21, 30h (con media hora de retraso por la pésima organización de la UEFA y los problemas en la entrada Z del estadio con los aficionados ingleses) aún se podía disfrutar en su hermoso tono crepuscular, despidiendo casi el mes de mayo con la fuerza de una primavera adelantada y veraniega que aquí en mi Sur, en Cádiz, la tacita de plata de Andalucía, continuaba celebrando de manera extraordinaria tras la pandemia su concurso de agrupaciones de canto de Carnaval…

El gaditano teatro Falla ya está en semifinales tras la criba de esta semana y el viernes próximo, viernes ya de junio, se celebrará la Gran Final en un teatro Falla que no entiende ni de frío en febrero .cuando siempre se ha celebrado el Carnaval- ni de calor en un casi verano como éste que estamos viviendo, porque el Falla no tiene ni quiere aire acondicionado. Y es que ni la lluvia ni el sudor ni el frío ni el calor, han sido capaces nunca de impedir la felicidad y la condena que encadenan a partes iguales la emoción de contar y cantar la vida, según Cádiz, y así, tras el histórico parón por culpa del coronavirus, aquí suenan ya chirigotas, coros y comparsas por Carnaval, un año más…

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El Pte. Biden y su esposa honran a las víctimas de la matanza de Uvalde

Como suena en mi casa una cancioncilla televisiva interpretada por Katy Perry. Y ¿por qué suena esta canción que surge de un anuncio de comida rápida? Porque cada vez que el anuncio salta en la tele mi niño pequeño, el que tiene tres años, se pone de pie y empieza a mover el culillo y los brazos y se monta su propia coreografía pidiéndome que se lo ponga otra vez cuando el anuncio y la cancioncilla terminan. Un niño, mortal y rosa, como lo tituló Francisco Umbral en aquel libro de luto por su hijo de diez años fallecido, es la vacuna contra el cinismo, la esperanza de que el mundo puede ser mejor porque somos mejores cuando somos niños todavía. Aunque el niño se convierta, cuando cumpla 18 años, en un monstruoso asesino llamado ahora Salvador Ramos y cause la última matanza como la que ha causado el último sociópata juvenil en un centro escolar en Uvalde, Texas…

No resulta fácil escuchar a Donald Trump en la convención de la asociación nacional del rifle, en su primer asalto electoral para volver a la Casa Blanca, cada vez más grisácea tras el pasado asalto al Capitolio, aseverar que la solución anti asesinos como el joven Ramos es armar hasta los dientes a los profesores y aumentar el calibre de la munición de los vigilantes de los colegios. Da miedo esa simpleza. Y no porque no tengan parte de razón quienes explican los crímenes en que la maldad existe (como existe la bondad, sin duda), sino porque asumiendo que tienen razón en que resulta casi imposible vigilar los últimos rincones de una mente enferma que asesina, precisamente por eso, facilitarle el crimen vendiéndole en el supermercado armas automáticas de última generación bélica es una gigantesca y peligrosa estupidez patrocinada, además, por los propios fabricantes de esas armas, cuyo dinero encadena la razón con sus subvenciones políticas de los parlamentarios que así razonan. Como lo es la actitud poco o nada profesional de una policía que impidió a los padres de los niños secuestrados por el asesino entrar al colegio ¡durante una hora! para intentar salvar a sus niños o morir por ellos, incluso, mientras el monstruo estaba dentro y sólo con los niños… Qué horrenda irresponsabilidad, qué barbaridad y qué condena para seguir vivo la de las familias, pensando en qué pudo estar pasando durante ese tiempo y finalmente pasó… Descansen en paz los diecinueve chiquillos y las dos profesoras que intentaron defenderles mientras los efectivos de seguridad nacional llegaban al colegio. Llegaban, una hora después de la entrada del asesino tan fácilmente bien armado…

(c) Domi del Postigo / www.domidelpostigo.es