He recorrido infinidad de veces estos caminos, que en realidad podrían considerarse senderos de un monumental laberinto, en cuyas encrucijadas, temporada tras temporada, el espíritu adopta la comparativa visión de un alquimista y sin necesidad de pensar en otras banalidades, asiste, como espectador privilegiado, a las diferentes fases por las que simbólicamente atravesaba el adepto que se embarcaba en la difícil tarea de realizar la Gran Obra.
Hasta tal punto, que todo el entorno adquiere la imaginaria forma de un monumental atanor natural, donde se efectúan, en silencio y con una paciencia absoluta, las operaciones que ciertos alquimistas medievales intentaban imitar en la lóbrega soledad de sus habitáculos privados.
E imagino, que en este metafórico atanor, quedan atrás los ásperos caminos de la cocción, representados por el verano, donde se subliman, mediante la poderosa influencia del rey, el Sol, las draconianas alegrías mercuriales arrebatadas a la primavera.
Los caminos, cubiertos de hojas, cuyo color semeja la tintura mercurial, cuya licuefacción termina rindiéndose a la evaporación provocada por el aliento divino del dragón.
Y sumiéndose en la honrosa fatiga del baño de María, las sales mercuriales, liberadas de su prisión, se mezclan con la materia prima y oscura de la tierra, esperando ese fijador elemental, las lágrimas de la Reina Luna, que es el rocío, con el que mantendrán las reales nupcias, hasta su próximo despertar en primavera.
La obra termina, el sueño sigue su curso, mientras el poeta termina su ensoñador paseo y en los senderos silenciosos, la matriz de la Tierra sueña con su nuevo despertar.
AVISO: Tanto el texto, como las fotografías que la acompañan, son de mi exclusiva propiedad intelectual y por lo tanto, están sujetos a mis Derechos de Autor.
Senderos
laberintos
Tintura mercurial en la visión de un alquimista
En un nuevo despertar
El sueño sigue
Su curso
El metafórico atanor apaga
Los asperos caminos de la cocción
Tintura mercurial.
Aliento divino del dragón
lágrimas de la reina luna
El sueño sigue su curso
La matriz de la tierra sueña
Hasta su próximo despertar
De la primera vez.
Mi querido pana, conservaré este poema con especial cariño, pues me resulta, metafóricamente hablando, como la fórmula de una Piedra Filosofal, que enriquece y transforma en oro algo mucho más importante que el vil metal: las palabras. El oro y sus migrañas se gastan o malgastan, las palabras permanecen. Como permanece mi admiración por una persona tan grande como tú. Un fuerte abrazo
el otoño es la época del color, donde lo verde se convierte en rojo , donde todo cambia y rompe en un canto de alegría y belleza
amatxu tierra es muy inteligente y sabe darnos alegrías
Cierto. Y ya sabes lo profundamente que respeto y venero a la querida Amatxu Mari. Será por una cuestión de nacimiento, pero adoro el Otoño. Y es en Otoño, precisamente, cuando más y mejor siento que se recargan esas baterías, por muy fugaz que pueda resultarnos su belleza. Un abrazo
Mi hermano, aquí hemos tenido problemas con el servicio eléctrico.
Y con un calor atroz.
Casi no he podido comentar nada,
Pero me puse a nadar en tu post, y con mucho respeto y cariño, le hice un humilde poema con sus hermosas frases.
Muchas gracias, mi pana. Aquí el tiempo está cambiando, ya hemos entrado en otoño y el tiempo estos días parece un poco enloquecido. No he podido sentarme a contestar antes, porque, aunque estoy recluido en casa, he tenido algunas cosas que hacer, aprovechando el confinamiento obligado. Me ha encantado el poema, lo digo sinceramente y de corazón y de nuevo te doy las gracias.
Me imagino que la vida es ese camino largo lleno de hojas, que van cambiando de color, creciendo y cayendo de acuerdo a cada estación de la vida. Hay algo de tristeza y nostalgia en la hoja muerta, hay algo definitivo en ese rodar de la hoja seca, hay algo de vida aún en esa lluvia de hojas que caen a nuestro paso. Octubre viene y recuerdo con tus imágenes los otoños de Juan Ramón Jiménez. Porque tal vez esas hojas que caen a nuestro paso sea una ovación del cielo por haber vivido tanto. Te abrazo, @juancar347
Los caminos de la vida, mi querida amiga, son los caminos de la Naturaleza que nos cobija. Ellos nos marcan el ritmo, nos enseñan y también nos recuerdan que todo cambia, que los cambios son necesarios, que no debemos estancarnos en la obstinación, pues la vida tiene sus pautas y éstas nunca detienen su camino. Los alquimistas de todos los tiempos, pues antes que en la Edad Media, la ciencia o pseudociencia de la Alquimia, como afirman muchos historiadores, ya se practicaba en las grandes civilizaciones de la Antigüedad, no hacían sino intentar imitar los procesos de la misma tierra. Pero a diferencia de ésta, ellos lo hacían por la vía rápida, no tenían ni podían tener nunca, la paciencia de siglos para consumar y perfeccionar sus operaciones. Por eso y por otras muchas claves, grandes psicólogos del siglo XX, como C.G. Jung veía en los oscuros episodios alquímicos, un modelo cristiano de perfección, de sublimación espiritual. El otoño nos ciega, nos embelesa con la belleza de su fugacidad, pero también nos ofrece una esperanza de renacimiento. Quizá por eso, o porque nací en otoño, lo siento muy especialmente. Un fuerte abrazo