El Titiritero de los Sueños

in #spanishlast month

En un pequeño pueblo, donde las calles estaban empedradas y las casas parecían susurrar secretos, vivía un niño llamado Emiliano. Emiliano no era como los demás niños. Su imaginación era un universo en expansión, y su corazón latía al ritmo de historias aún no contadas.


1306.jpg

Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, Emiliano encontró una caja llena de tesoros olvidados. Había botones de colores, hilos desgastados, retazos de tela y papel arrugado. Pero lo que más llamó su atención fue un viejo libro de cuentos, con páginas amarillentas y letras que parecían danzar.

Emiliano pasó horas leyendo aquel libro. Cada palabra era un mundo nuevo, cada personaje una promesa de aventura. Pero lo que más le fascinó fue la historia de un titiritero mágico. Según el libro, este titiritero tenía el poder de dar vida a sus marionetas, de hacerlas bailar y cantar como si tuvieran alma.

Emiliano no podía sacarse esa idea de la cabeza. Decidió que él también sería un titiritero. Pero no tenía títeres ni escenario. Solo tenía sus manos y su imaginación. Así que se puso manos a la obra.

Con papel reciclado, recortó la silueta de un niño. Le dio ojos de botones, cabello de hilos y una sonrisa de algodón. Era imperfecto, pero Emiliano sabía que tenía algo especial. Le llamó “Nico”.

Cada noche, Emiliano se escondía en su habitación. Encendía una vela y colocaba a Nico frente a ella. Movía sus dedos con delicadeza, como si estuviera hilando sueños. Y entonces, algo increíble sucedía: Nico cobraba vida. Bailaba, saltaba, reía. Sus ojos de botones brillaban como estrellas.

Emiliano y Nico se convirtieron en inseparables. Juntos recorrieron bosques encantados, cruzaron ríos de tinta y desafiaron dragones de papel. Emiliano aprendió a hablar con sus manos, a darle voz a Nico sin decir una palabra. Los vecinos comenzaron a escuchar risas en su habitación, como si el viento llevara los ecos de un mundo secreto.

Pero la magia tiene un precio. Cada vez que Emiliano daba vida a Nico, sentía que parte de su propia energía se desvanecía. Se volvía más pálido, más frágil. Sus ojos también comenzaron a brillar, como los de Nico. La línea entre la realidad y la fantasía se volvía más difusa.

Un día, Emiliano decidió que era suficiente. No podía seguir sacrificando su propia vida por un titiritero de papel. Despidió a Nico con lágrimas en los ojos y cerró el libro de cuentos para siempre.

Pero dicen que, en las noches de luna llena, si escuchas con atención, aún puedes oír risas en la habitación de Emiliano. Y si te atreves a mirar por la ventana, verás a Nico bailando bajo la luz de las estrellas





Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.

SeparadorSteemit10.png

20200113_094257.png