En la vibrante ciudad de Buenos Aires, donde el tango resuena en cada esquina y el aroma del asado flota en el aire, vive Martina, una joven con un espíritu tan radiante como el sol que se asoma entre los rascacielos. Sin embargo, hay un adversario con el que incluso la alegre Martina no puede competir: el implacable tráfico de hora pico.
Cada mañana, Martina se prepara para su jornada con la esperanza de vencer al mar de autos que inunda las avenidas. Se promete a sí misma que esta vez será diferente, que no permitirá que el caos de la ciudad dicte su puntualidad. Pero, como un reloj, el destino parece tener otros planes.
A las 8:00 a.m., el despertador de Martina canta su melodía, y ella salta de la cama con una determinación férrea. Se viste con rapidez, toma un café exprés y sale por la puerta con tiempo de sobra. Sin embargo, apenas pone un pie en la calle, el panorama se revela: una marea de vehículos ya está danzando su lenta coreografía.
Martina mira su reloj, luego a la calle, y suspira. "Hoy no", se dice, y decide tomar una ruta alternativa. Pero como si el tráfico tuviera ojos y oídos, cada desvío, cada atajo, está igualmente saturado. Los minutos pasan, y con ellos, la ventana de la puntualidad se cierra cada vez más.
A las 8:45 a.m., Martina finalmente llega a su destino, su corazón latiendo al ritmo de los cláxones que aún resuenan en sus oídos. Se disculpa con su jefe, quien, acostumbrado a la sinfonía matutina de la ciudad, solo sonríe y le da una palmada comprensiva en el hombro.
Martina aprende a encontrar belleza en el caos. Observa a las personas a su alrededor, cada una absorta en su propia historia, y se da cuenta de que no está sola en esta carrera contra el reloj. A partir de ese día, decide que si no puede vencer al tráfico, al menos disfrutará del viaje, escuchando música, aprendiendo un nuevo idioma con audiolibros, o simplemente contemplando la vida de la ciudad que nunca se detiene.
Y así, aunque el tráfico de hora pico sigue siendo su eterno rival, Martina encuentra paz en el reconocimiento de que algunas cosas están fuera de su control, y que está bien llegar un poco tarde, siempre y cuando llegues con una sonrisa.
Foto(s) tomada(s) con mi smartphone Samsung Galaxy S22 Ultra.
