El día de ayer mis hijos invitaron a una amiga del barrio y del colegio a jugar en casa. Accedí a que fuera en mi horario laboral ya que entiendo la necesidad de mis hijos por compartir con sus amigos, de jugar, de ser niños. Ya mucho daño les ha hecho esta pandemia de porquería, y siempre les viene bien poder divertirse.
Mi esposa y yo esperábamos un desastre en la casa. Juguetes tirados en el piso, desorden en la habitación de los niños y muchas risas y gritos de alegría, pero no, fue todo lo contrario. La nena que vino a la casa se trajo su laptop y ya tenián organizada la rutina: entrar a su juego favorito en línea, Roblox, para jugar todos. Así que no fue nada de lo que nosotros esperábamos, toda la jornada se desarrolló con ellos inmersos en sus pantallas y en su realidad artificial.
Lejos de lo que nosotros vivimos en nuestra niñez, donde las reuniones de juegos eran con muchos juguetes y juegos tradicionales. Ahora todo es digital.
