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La cámara es lo de menos, aunque bien mirado, con esas vistas se podrían conseguir unos paisajes de ensueño. El ronca pecho se lo dejamos a Fidel y nosotros nos regamos con un buen Ribera del Duero o si lo prefieres, un buen Rioja. Y por supuesto, las tapas y los pintxos corren de mi cuenta. Pero eso sí, como todo esto es un lujo y el mundo, tal y como va, está para pocos lujos, dejamé que vaya ahorrando y mientras que nos esperen mucho tiempo en el cielo.