I grew up surrounded by myths and beliefs that promised to fulfill my deepest desires. I remember sunny Sunday afternoons, when I would search with my cousins for a four-leaf clover, convinced that finding one would bring good fortune to our lives. My cousins and I were certain, with childlike certainty, that if you saw a shooting star, you would also have the opportunity to make a wish, which would surely come true. It was a magical time when hope shone as brightly as the starry sky.
However, times change, and with the advent of global trade, Chinese balloons began to fill the skies during our celebrations, becoming another way to make wishes. Who doesn't remember looking up at the starry sky on December 24 or New Year's Eve and seeing hundreds, maybe even thousands, of these balloons lighting up the sky? Children and adults alike released them into the sky, full of excitement, watching them dance as we thought about our dreams for the coming year.
Maturity brought with it a revelation. God gave us the will to be the architects of our own destinies. I learned that I didn't need a four-leaf clover, or to sit on dark nights waiting to see a shooting star cross the sky, for that wish to come true. Instead, I discovered that every effort and every decision was a step toward the realization of my dream. The real magic lies in our ability to decide our lives. In discovering that the forces that make wishes come true emanate from ourselves.
Today, instead of looking to the sky for signs, I look within. My desires are now clear goals, driven by action and perseverance. I have left waiting behind and learned to create my own fortune. With every step I take, and with God as my guide, I am granted a wish, because in the end, we are the ones who forge our own path.
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Concédeme un deseo
Crecí rodeado de mitos y creencias que prometían cumplir mis deseos más profundos. Recuerdo las tardes soleadas de los días domingo, en la que buscaba con mis primos, un trébol de cuatro hojas convencido de que encontrarlo traería fortuna a nuestras vidas. Mis primos y yo contábamos con la certeza infantil de que si lograbas ver una estrella fugaz también tendrías la oportunidad de formular un deseo, que seguramente sería realidad. Era una época mágica donde la esperanza brillaba tan intensamente como el cielo estrellado.
Sin embargo, los tiempos cambian, con la llegada del comercio mundial, los globos chinos comenzaron a llenar los cielos en nuestras celebraciones convirtiéndose en otra forma de pedir los deseos. Quien no recuerda un 24 de diciembre o fin de año levantar la vista al cielo estrellado y ver cientos y quizás hasta miles de estos globos iluminando el firmamento. Niños y adultos lo soltaban al cielo, llenos de ilusión, siguiendo su danza mientras pensábamos en el deseo que soñábamos para el año siguiente.
La madurez trajo consigo una revelación. Dios nos dio la voluntad para ser los arquitectos de nuestros propios destinos. Aprendí que no necesitaba un trébol de cuatro hojas, o sentarte en las noches oscuras a esperar ver una estrella fugaz cruzar el cielo, para que ese deseo se materializara. En cambio descubrí, que cada esfuerzo y cada decisión eran pasos hacia la realización de mi sueño. La verdadera magia reside en nuestra capacidad para decidir nuestras vidas. En descubrir que las fuerzas que hagan cumplir los deseos emana de nosotros mismos.
Hoy, en lugar de mirar el cielo en busca de señales miro hacia adentro. Mi deseo son ahora metas claras, impulsadas por la acción y la constancia. He dejado atrás la espera y he aprendido a crear mi propia fortuna .Con cada paso que doy, y con Dios como guía se me concede un deseo, porque al final; somos nosotros quienes forjamos nuestro camino.
La image fue crea con IA de Geminis.
Es mi participacion en el #dailyprompt de @freewritehouse