Cara de pan (Libro): una amistad poco convencional

Fotografía de mi galería personal

En los últimos años he dedicado más tiempo a leer obras nuevas de escritores conocidos, admirados y amados, que a descubrir autores nuevos. No es que evite a los autores desconocidos; al contrario, me gusta descubrir nuevas voces. Es sólo que escritores de la talla de Mario Vargas Llosa, Jorge Luis Borges o José Saramago, tienen obras literarias tan amplias que aún no acabo de leer todos sus libros, cosa que quiero hacer con ellos y mis otros ídolos literarios.

Pero también quiero leer autores nuevos para mí y me dejo guiar por recomendaciones, críticas que leo, referencias en otros libros y también por el sello editorial. Confío mucho en los editores de Anagrama, TusQuets y Alfaguara, pero Anagrama es mi sello favorito y en el que aún tengo autores pendientes como Karl Ove Knausgard, Ocean Voung, Cristina Morales, Naoko Abe y Sarah Waters. Otro de los nombres que hasta hace poco estaba en esa lista es el de la autora española Sara Mesa y aunque tenía la intención de encontrar Mala letra o Un amor, fue Cara de pan el primero de sus libros que llegó a mis manos.
En pocas palabras, la novela cuenta la historia de una joven de casi catorce años que evade el instituto, no entra a clases y se esconde entre unos arbustos en un parque. Allí la aborda un hombre de cincuenta y cuatro años que va a verla a diario y comienzan a entablar amistad. La primera reacción de cualquier lector, de cualquier persona - incluso de la propia niña - es que el hombre esconde alguna intención perniciosa. Poco tardamos en darnos cuenta de que la novela no es exactamente lo que esperamos.

Dado que el hombre es mayor y la joven tiene casi catorce años, ellos mismos se autodenominan de esa forma: el Viejo y Casi. Esos son sus nombres a lo largo de la novela. El viejo es respetuoso, extraño y muchas veces se comporta como un niño. Casi es despierta, algo vanidosa, aparenta más edad de la que realmente tiene y encuentra inofensivo al Viejo, por eso comienza a tratarlo como un amigo.

El Viejo sabe de pájaros y adora a Nina Simone. Según la narradora del cuento:

“El viejo funciona así: no hila los hechos como otros lo harían – no calibra, de igual modo, causas y consecuencias –, considera normal lo que a otros extrañaría, y también al revés, le extraña lo normal”.

Casi, por cortesía, le va contando cosas personales al Viejo, pero él no corresponde en igual medida. Al Viejo, cuando niño, le pegaban en el colegio, de adulto estuvo ingresado en una clínica psiquiátrica, vive en un octavo piso y cuando se refiere a su vida, el Viejo “lo hace en voz baja, con frases sin terminar o llenas de sobrentendidos”. Estos y otros pasajes del libro nos evidencian que el Viejo es un ser golpeado, uno de esos individuos marginados por la vida, condenados al sufrimiento.

Casi también padece otro tipo de marginación. Es una adolescente que se considera físicamente menos agraciada que sus compañeras debido a sus granos y a su sobrepeso. Vive una adolescencia difícil con el colegio, esa es la razón por la que un día deja de asistir. De alguna forma estos dos seres marginados se encuentran y en una conversación sobre vidas pasadas, la narradora cuenta: “se han reconocido porque en vidas anteriores debieron de estar también muy cerca…”

Algunos libros de la autora

Hacia el final de la primera parte del libro, las ausencias de Casi en el instituto se hacen notorias y por vergüenza, por miedo de dañar a sus padres, se le ocurre embaucar al Viejo, fingir un abuso, eso daría una explicación convincente diferente a la real. Casi lo intenta, pero no le sale. No del todo, al menos; sin embargo, hay consecuencias para ella y para el Viejo. “Sólo lo había escrito”, pero para todos era como si hubiera ocurrido. Además, tal como lo escribe la autora, en esta sociedad “Los hombres no pueden ser amigos de las niñas”. Pero, a pesar de eso, la amistad entre el Vejo y Casi no se rompe. A pesar de sus diferencias de origen, de edad, de forma de ver el mundo, se sienten cercanos. Cuando se miran desde los ojos del resto, se preguntan “¿Quiénes son ellos para creerse que pueden entendernos?” y se ratifican que sólo ellos saben quiénes y cómo son.

Como es lógico, la historia del libro sirve para plantear y reflexionar sobre algunos tópicos como el bullying, la deserción escolar, la adolescencia, la moralidad de la sociedad en la que vivimos, el abuso infantil, la identidad, la soledad, entre otros, pero varios de ellos me parecieron a mí un tanto forzados. Es decir, lo sentí como si la autora quisiera tocar estos temas en la historia y los insertara en determinadas partes que por momentos parecían más un artículo, una opinión o un debate social que una obra literaria. Matar un ruiseñor, la novela de Harper Lee, no dice "es malo ser racista" o "la justicia no existe para los negros", pero son ideas que la misma novela siembra en la mente del lector, quien se ve inducido a reflexionar sobre el tema sin que lo sienta impuesto, cosa que no me ocurió con Cara de pan. Algunos elementos me parecieron muy cliché y algunas opiniones de la narradora se me hicieron incómodas (a pesar de compartirlas), no por la idea en sí sino por la forma de presentarlas dentro de lo que se supone que es una ficción literaria.

No quiero sonar muy duro, pero eso fue lo que sentí mientras leía el libro y me llama la atención que he sentido cosas similares con otros autores españoles. Sin embargo, reconozco que en la novela también hay planteamientos que se presentaron de otra forma y que se me hicieron muy interesantes, como el poder de la palabra escrita, la fuerza que tienen sobre la realidad las cosas que asentamos en el papel. Además, es un libro que se lee rápido, la forma de hilvanar una escena con la siguiente es muy efectiva para generar en el lector el deseo de seguir leyendo y el lenguaje es sencillo, preciso, poético incluso, en el que se evidencian los inicios literarios de esta poetisa convertida en narradora.

Sara Mesa

A pesar de no haber conectado profundamente con la novela, mantengo el deseo de leer otras cosas de Sara Mesa, y espero hacerlo pronto. A pesar del spoiler, les voy a compartir el final de la novela, uno de los fragmentos que me gustó por como está escrito:

“…cada uno hacia su dirección, el viejo a la derecha, cabizbajo, asimétrico, su caminar de loco, hacia el pasado; la niña hacia la izquierda, cabizbaja, asimétrica, su caminar de loca, hacia el futuro”.

¿Han leído algún libro de esta autora? ¿Cuál me recomiendan? Los leo en los comentarios.

Reseñado por @cristiancaicedo


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