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Para dar otra visión sobre la relación entre el lenguaje y la vida, acudimos a dos poetas y ensayistas, maestros del ejercicio de la expresión verbal: Pedro Salinas y Rafael Cadenas.
El escritor español Pedro Salinas, que perteneciera a la importante generación de la literatura hispana conocida como Generación del 27, además de autor de una obra poética que incluye libros tan relevantes como La voz a ti debida o Razón de amor, publicó un libro de ensayos bajo el título El defensor, del cual tomo la reflexión siguiente:
No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se posee a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión sólo se cumple por el medio del lenguaje.
Rafael Cadenas, escritor a quien ya hemos citado otras veces en esta serie, considerado el poeta vivo más importante de Venezuela, ha publicado varios libros de ensayos. En torno al lenguaje reúne su concepción crítica acerca de este gran asunto. De él extraemos la reflexión que copio a continuación:
Alegría y dolor, amor y paciencia, aburrimiento y expectativa, franqueza y orgullo, etc.: todo ello va configurándose bajo la conducción de las palabras que el lenguaje pone a disposición del hombre. Y con tal proceso se va formando su naturaleza interior.
Tanto el poeta español como el venezolano coinciden en que el lenguaje forma nuestra interioridad, nuestro conocimiento de nosotros y del mundo en el que habitamos; en esa concepción son continuadores de una larga tradición de pensadores como Herder, Humboldt, entre otros.
Descubrimos, procesamos y asimilamos la realidad que somos como individuos, sociedad y cultura por y en el lenguaje verbal. No solo recibimos e interpretamos realidad a través de él, sino que la expresamos. Por tanto, como dice Salinas en el mismo ensayo: "(…) el hombre que no conoce su lengua vive pobremente, vive a medias (…)". Por ello habla de "ser humano completo"; es decir, habrá una incompletud en el individuo pues no podrá expresar –con precisión, claridad, significatividad, coherencia, pertinencia– "las potencias de su alma".
Nuestra formación esencial (sentimental, psíquica) deviene del lenguaje, ya que por las palabras aprehendemos emociones, valores, perspectivas de vida, etc., constituyendo así el sustrato de lo que somos. Cadenas, haciéndose eco de esa tradición, afirma. "(…), en gran medida, el hombre es hechura del lenguaje".
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Agradecido por su lectura.
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