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Un golpe, otro golpe, otro más. De forma intercalada, el lykaios poco a poco va rompiendo la barrera que lo separaba de su presa. La señora Parsons, acostando al bebé en la canasta que había encontrado entre las cosas, instruyó a Yelena sobre qué hacer. La joven le pidió que no saliera al encuentro de la bestia, pues no era rival para ésta.
La única respuesta de Hettie Parsons fue una sonrisa y estas palabras: "La muerte es más que bienvenida cuando ya he cumplido con mi misión en esta vida".
Sin que la joven pudiera detenerla, la señora Parsons se encaminó hacia donde estaba la puerta, deteniéndose a unos cuantos metros de ella. Yelena comprendió que ella solo quería ganar tiempo, aunque sea con su muerte.
Yelena concentró entonces todos sus esfuerzos en sus hijos, en el que nació y en el que está por nacer; se concentró en ellos y solo en ellos, confiando en que la señora Parsons pudiera contener a la bestia aunque fuese un momento.
En ello se había centrado sin darse cuenta de que la lucha entre la bestia y la vampiresa había comenzado; la señora Parsons había echado todo un saco de cúrcuma a los ojos del lykaios. Con esfuerzo y con todas sus fuerzas, la vampiresa sacó a la bestia de la bodega jalándolo de la cola, aventándola contra la pared.
Tiró la mesa y tapó la entrada. Mostrándole los dientes, la vampiresa corrió hacia la sala. La bestia, furiosa, se lanzó en su persecución. La lucha entre ambos era desigual; la señora Parsons lanzaba cosas, desde cuadros hasta muebles, evitando a toda costa su rasguño y su mordida. Los lykaios originalmente transmitían su enfermedad solo por la mordida, pero aquella aberración indescriptible que los científicos de la Alianza Licantrovampírica habían creado demostró que también podía infectarse con un solo rasguño.
Trató de abalanzársele encima cuando vio la oportunidad; tenía qué decapitarlo, pues era el único modo de eliminarlo. Sin embargo, la bestia la evadió, golpeándola contra la pared con una fuerza idéntica a la de un vamphum. Malherida, la señora Parsons esperó la muerte como una vieja amiga.
Sin embargo, un rugido distrajo la atención del lykaios. Miró de reojo solo para ver a una Yelena en su forma natural, lista para pelear.
Parte Uno
Parte dos
Parte tres
Parte cuatro
Nota de la autora: Que este 2021 sea para ti un año lleno de bendiciones y de fortaleza ante las diversidades. ¡Gracias por todo tu apoyo!
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