Teatro, viajes y un nombre || Theater, trips and a name #chronos

in Literatos3 years ago (edited)


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Tabla Redonda Teatro Estudio era el nombre de la compañía de teatro de mi padre. Cuando yo decidí, a los 20 años de edad, que mi vida la dedicaría a la música, vi que la posibilidad de llegar a ella era usando el teatro como trampolín. Por ser mi papá un reconocido autor y director de teatro y mi mamá una destacada actriz de cine, televisión y, por supuesto, de las tablas, tenía ya una ventaja. Además desde los 6 años de edad yo había empezado a actuar, inclusive con gran fama en la televisión, por lo que mis antecedentes en esa rama, me ayudarían.


English version below!


Una vez tomada la decisión, Humberto Orsini, el director del grupo y padre de quien escribe estas líneas, me empezó a incluir en sus producciones, algunas veces más como actor y otras veces más en la parte técnica.

Con mi participación en el Tabla Redonda, vino una de las cosas que más felicidad me ha traído en la vida, como son los viajes en grupo. Hacer un largo recorrido, sea en autobús, en tren, avión o como sea, con un equipo de gente que se vuelve casi como familia, es una de las cosas más ricas en experiencias y en diversión. Por fortuna he tenido esa vivencia en varias ocasiones de mi vida y con este grupo fue una de ellas.

Mi padre era un convencido de que la función del teatro era social y por esa razón presentaba sus obras no solo en espacios convencionales, sino que presentábamos las piezas en clubes del interior del país, en escuelas, en campos petroleros, en canchas deportivas. Esa fue la razón principal por la que en muchas ocasiones nos tocara montar el grupo completo en un autobús y empezar a viajar a los distintos destinos de la geografía venezolana.

No sé si será por el aburrimiento natural que tiene un viaje por carretera que cuando se viaja en grupo siempre hay “alguien” que se encarga de “animar” el trayecto. Aunque yo no fuera el promotor de esas “actividades”, por lo general terminaba incluido por el hecho de cantar y siempre tener a mano un cuatro o una guitarra.

En 1982 estrenamos una obra escrita por mi padre que llevaba por título La verdadera historia de Alma Llanera, la cual se desarrollaba en los carnavales de 1926 en Caracas y contaba la historia de cómo era el mundo en 1914, año en que se estrenó la zarzuela Alma Llanera, de donde salió la canción que tenemos como el segundo himno nacional de los venezolanos.

Aunque yo tuve a mi cargo la tarea de la selección del repertorio, la realización de los arreglos y ensamblar al grupo musical que iba a participar en la obra, yo no tocaba en ese grupo, pues mi tarea principal era como actor. Por lo tanto se había incluido a un joven cantante que era quien a su vez tocaba el cuatro. El encargado de eso fue Edgar Ojeda, quien años después se convirtió en el más destacado cuenta cuentos del país. Pero además de ser el cantante del pequeño grupo que tocaba en la obra, era él quien asumía el rol de “animador” durante los viajes.

Valga hacer la acotación de que la música que se interpretaba en esa obra era la llamada música cañonera, de la que ya he hablado con anterioridad. Sin embargo, no existía en ese momento intención de formalizar ningún grupo musical, solo era parte de la obra teatral.

Se presentó un nuevo viaje para llevar la obra teatral al occidente del país, tomamos vestuario, escenografía (una muy básica, precisamente para poder presentarla en cualquier espacio), los instrumentos y nos fuimos.

El elenco, más los músicos y las personas que nos acompañaban sumaban alrededor de quince personas. Entre ellas, las señoras de la obra, entre las que estaba también mi madre, y las dos chicas jóvenes, que eran las que creaban el eje angular de la zarzuela misma (pues la segunda parte del espectáculo consistía en fragmentos de la pieza original). Por supuesto, eran las damas el objetivo principal de los animadores, es decir Edgar y todos los se sumaran a sus juegos. Estos consistían en cantar sin parar, buscando la manera de no cansar, de contar o hacer chistes sobre los presentes, podía incluir improvisaciones teatrales o sesiones de baile dentro del bus. Esta era una actividad que se extendía, por lo general, por horas y horas, luego de lo cual ya uno no se podía reír más.

Y en este viaje, el leitmotiv de este juego, fue parafraseando a un grupo musical humorístico de la Venezuela de los años 80, el grupo Medio Evo, que en un disco incluyeron la supuesta programación de una emisora de radio que tenía el gracioso nombre y eslogan de “Radio Conuco, la que no tiene programa maluco”.

Durante las horas que duró el viaje, Radio Conuco no dejó de transmitir en el autobús: radionovelas, concursos de canto, noticias, sección de chistes, consejos matrimoniales y por supuesto con sus respectivos espacios comerciales. Pero al llegar al destino no se acabó la programación, pues en los viajes internos, así como durante el regreso, Radio Conuco se encargó de mantener despiertos a todos los integrantes del grupo y a hacerlos partícipes de esa particular programación de carretera, que además quedó como un hito durante mucho tiempo.

Epílogo

Cuando digo que nuestra Radio Conuco quedó como una marca en lo que es el espíritu de diversión y la resistencia, entre los que participaron en ese viaje, verán que no exagero.

En noviembre de ese mismo año, aproximadamente seis meses después de ese viaje, surge una posibilidad de ir a tocar en un concierto en la ciudad de Mérida, en los Andes venezolanos.

Mi hermana, Hely Orsini, quien vivía en esa época en México y tenía una vasta carrera como cantante, venía con frecuencia a Venezuela y siempre recibía invitaciones para participar en eventos, en los cuales yo solía ser su guitarrista. Es a ella a quien invitan a participar en un gran concierto en la Plaza Monumental de Mérida, en un evento homenaje a Simón Bolívar, desde donde empezaría toda una programación especial para celebrar su bicentenario en 1983.

Mi hermana y yo tomamos la decisión de cambiar el repertorio en esta ocasión y utilizar el las canciones de la obra de teatro, es decir música cañonera. Como la invitación fue para ella íbamos como “Hely Orsini”, pero pensamos que era necesario un nombre para la propuesta musical que llevamos y allí fue cuando escogimos, basados en nuestra experiencia arriba narrada, el nombre de “Hely Orsini y los cañoneros del conuco”.

Fue con ese nombre que nos presentamos el 20 de noviembre de 1982 en el evento y que descubrimos que teníamos entre nuestras manos una gema.

A los seis meses firmamos contrato con una de las disqueras más importantes del país y “por razones comerciales”, redujimos el nombre a “Los Cañoneros”, que sigue vigente casi 40 años después.


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Ese soy yo en la obra | That's me in the play


English version

Tabla Redonda Teatro Estudio was the name of my father's theater company. When I decided, at the age of 20, that I would dedicate my life to music, I saw that the possibility of getting there was by using the theater as a springboard. Since my father was a renowned author and theater director and my mother was a prominent actress in film, television and, of course, on stage, I already had an advantage. Besides, since I was 6 years old I had started acting, even with great fame on television, so my background in that field would help me.

Once the decision was made, Humberto Orsini, the director of the group and father of this writer, began to include me in his productions, sometimes more as an actor and other times more in the technical part.

With my participation in the Tabla Redonda, came some of the things that have brought me the most happiness in life, such as group travel. Doing a long trip, whether by bus, train, or whatever, with a team of people who become almost like family, is one of the richest things in terms of experiences and fun. Fortunately I have had that experience on several occasions in my life and with this group it was one of them.

My father was convinced that the function of theater was social and for that reason he presented his plays not only in conventional spaces, but we presented the plays in clubs in the interior of the country, in schools, in oil fields, in sports fields. That was the main reason why on many occasions we had to put the whole group on a bus and start traveling to different destinations in the Venezuelan geography.

I don't know if it is because of the natural boredom of a road trip that when traveling in a group there is always "someone" who is in charge of "animating" the journey. Even if I was not the promoter of these "activities", I usually ended up being included because I sang and always had a cuatro or a guitar at hand.

In 1982 we premiered a play written by my father entitled The true story of Alma Llanera, which took place in the carnivals of 1926 in Caracas and told the story of how the world was in 1914, the year in which the zarzuela Alma Llanera was premiered and from which came the song that we have as the second national anthem of Venezuelans.

Although I was in charge of selecting the repertoire, making the arrangements and assembling the musical group that was to participate in the play, I did not participate in that ensemble, since my main task was as an actor. Therefore, a young singer was included who played the cuatro. The one in charge of that was Edgar Ojeda, who years later became the most outstanding storyteller in the country. But in addition to being the singer of the small group that played in the play, it was he who assumed the role of "entertainer" during the trips.

It is worth mentioning that the music played in that play was the so-called música cañonera, which I have already mentioned. However, at that time there was no intention of formalizing any musical group, it was only part of the theatrical work.

There was a new trip to take the play to the west of the country, we took costumes, scenery (a very basic one, precisely to be able to present it in any space), the instruments and we left.

The cast, plus the musicians and the people who accompanied us, totaled about fifteen people. Among them were the ladies of the show, among whom was also my mother, and the two young girls, who were the ones who created the backbone of the zarzuela itself (since the second part of the show consisted of fragments of the original piece). Of course, it was the ladies who were the main target of the entertainers, namely Edgar and all those who joined his games. These consisted of non-stop singing, looking for ways not to tire, telling or making jokes about those present, and could include theatrical improvisations or dance sessions inside the bus. This was an activity that usually went on for hours and hours, after which one could not laugh anymore.

And on this trip, the leitmotiv of this game, was paraphrasing a humorous musical group from Venezuela in the 80's, the group Medio Evo, who in a record included the supposed programming of a radio station that had the funny name and slogan of "Radio Conuco, the one that has no maluco (bad) program".

During the hours that the trip lasted, Radio Conuco did not stop transmitting on the bus: radio soap operas, singing contests, news, jokes section, marriage advice and of course with their respective commercial spaces. But when we arrived at our destination, the programming did not end, because during the internal trips, as well as during the return trip, Radio Conuco was in charge of keeping all the members of the group awake and making them participate in this particular road programming, which also remained as a milestone for a long time.

Epilogue

When I say that our Radio Conuco remained as a mark of the spirit of fun and resistance among those who participated in that trip, you will see that I am not exaggerating.

In November of that same year, approximately six months after that trip, a possibility arose to go and play in a concert in the city of Merida, in the Venezuelan Andes.

My sister, Hely Orsini, who was living in Mexico at that time and had a vast career as a singer, came frequently to Venezuela and always received invitations to participate in events, in which I used to be her guitarist. She was invited to participate in a great concert at the Plaza Monumental de Mérida, in an event in homage to Simón Bolívar, from where a special program to celebrate his bicentennial in 1983 would begin.

My sister and I decided to change the repertoire for this occasion and use the songs from the play, that is to say, cañonera music. As the invitation was for her we were going as "Hely Orsini", but we thought that a name was necessary for the musical proposal that we brought and that is when we chose, based on our experience above, the name "Hely Orsini y los cañoneros del conuco".

It was with that name that we presented ourselves on November 20, 1982 at the event and that we discovered that we had a gem in our hands.

Six months later we signed a contract with one of the most important record labels in the country and "for commercial reasons", we shortened the name to "Los Cañoneros", which is still valid almost 40 years later.

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Hely Orsini y los Cañoneros del Conuco - Mérida, 20 noviembre 1982

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Este texto pertenece a mi serie #Chronos. Puedes leer más sobre la misma en Mis crónicas literarias. Si es de tu agrado este estilo y quieres sumarte a la creación de crónicas literarias, te invito a usar la etiqueta #chronos para la misma.

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¡Muchas gracias, amigos!

Bellos recuerdos de una grata y espectacular experiencia.

¡Así es, mi estimado! Experiencias maravillosas e inolvidables que ahora se convierten en literatura... 🙂

Amigo @ylich usted no deja de sorprenderme. Su vivencias, sus conocimientos, su sencillez y sensibilidad, todo en usted me inspira un profundo respeto. Leerle es viajar en ese bus a través del tiempo, es imaginar o tratar de imaginar tantas emociones, tantas nostalgias, tantos afectos... Y pensar: cómo estoy escribiendo mi propia historia? Pasarán los años dejando páginas en blanco o me atreveré a trazar puentes y reescribirme en múltiples colores? Presiento en mis huesos la segunda opción latiendo fuerte dentro de mí.
Gracias por compartir sus recuerdos y ser en sí mismo un motivo de inspiración.

¡Gracias por tan hermosas palabras! Me alegra mucho saber que el esfuerzo que uno hace sirve de motivación para otras personas.

¡Un abrazo @aramza!

Saludos.Muy buena historia, lamentablemente no conocí a su padre cuando dio un taller de teatro en San Félix - no recuerdo exactamente el año- pero dos de los compañeros del elenco del grupo(Teatro de títeres Jau Jau) se desplazaron desde Upata a recibir dicho taller-fue en la sede de la fundación La Barraca- su legado es muy importante para el teatro venezolano. Saludo que su legado se multiplica en ustedes;sus hijos

¡Muchísimas gracias por esas hermosas palabras y el reconocimiento para mi padre!

Un abrazo grande.