Yelena y la señora Parsons recorrían la casa en busca de un escondite; la primera con la canasta de los mellizos en sus fauces y la segunda con arma en mano sin balas.
Las dos mujeres estaban pensando en cómo someter a aquella bestia sin ser infectadas. Sir Robert había advertido que las balas de plata eran inútiles para herirle; los científicos de la Alianza se habían asegurado en que esta "versión" mejorada del Vamplobyon fuera inmune a las balas. Por lo tanto, la única forma de matarle sería cercenarle la cabeza.
Yelena los maldijo para sus adentros; juró que mataría a quien había sido el responsable de aquella aberración y se aseguraría de que recibiera la más terrible de las muertes. Pero eso lo dejaría para después; lo importante ahora era ocultar a los mellizos.
Cuando ambas mujeres llegaron al despacho de sir Robert, Yelena le entregó la canasta a la señora Parsons y le instruyó que saliera de la casa por la ventana, pues ella retendría al lykaios lo más que pudiera. Pasando su mirada hacia sus hijos, sintió que su corazón se oprimía; hace unos momentos ellos estaban en su vientre, formándose, alimentándose de lo que ella consumía, "jugando" a las pataditas. Dos seres diminutos, de apariencia frágil pero de gran fuerza a quienes protegería hasta el final.
Fue entonces que un recuerdo llegó a su mente. Levantando la mirada, se le iluminó el rostro.
Si la leyenda era cierta, había esperanza para derrotar a la bestia.
Fuente de la imagen: Pexels
Parte Uno
Parte dos
Parte tres
Parte cuatro
Parte cinco
Coye, primera vez que leo uno de estás narraciones y quedé picado jajajaja saludos. Me gusto mucho la narrativa.
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